Aunque fue denunciado desde la década de los 70, el saqueo y devastación de zonas arqueológicas así como el desarrollo de viviendas en asentamientos prehispánicos en la Sierra de Guadalupe continúa, por lo que ahora son coleccionistas los que se han dado a la tarea de reducir el patrimonio cultural en al menos 20 por ciento con la sustracción de piezas, aseguró la arqueóloga María de la Asunción García Samper.
Durante la presentación del libro "La Sierra de Guadalupe Tonantzint Cuautlicue" (Centro de Estudios Mesoamericanos A.C.) donde un grupo multidisplciplianario integrado por García Samper y los especialistas Norma Escobedo Altamirano, Juan Aguilar Cuevas, Hugo Monroy Luna y Beatriz Ortega Pineda, exponen la situación de este parque estatal y la riqueza cultural que guarda en los ámbitos arqueológico, biótico y ecológico, el cual aseguraron debe ser preservado por todos.
García Samper destacó como ejemplos las desapariciones de un adoratorio prehispánico, "donde se sacrificaban niños y niñas", localizado cerca de las antenas, que están en el cerro del Chiquihuite, en la delegación Gustavo A. Madero, en la Ciudad de México, así como la famosa Maqueta en el municipio de Coacalco, en el Estado de México donde se comprobó la existencia de un Teocalli y una plataforma mirando a Cuamilpa.
"Ese sitio arqueológico ya desapareció, aunque están las fotografías que prueban que estuvo", y que es el mismo caso de las cuevas de Tulpetlac, en Ecatepec, donde se encontró una piedra con la figura de un mamut, la destruyeron".
Comentó que hay otros casos como la cueva de los Tecotines en el Ehéctal, en San Crsitobal, que contiene el grabado de "Tlahuizacalpantecutli" (Lucero de la mañana), imagen que se ha ido gastado por manos humanas a lo largo de 40 años.
"Todos estos lugares que fueron hallados de manera fortuita desde 1987 hasta 1992, han sido saqueados y destruidos, de ahí la necesidad de que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), haga un catálogo, para que autoridades y la sociedad procuren su conservación".
Por su parte representantes de grupos ecologistas entre ellos Víctor Zendejas Orozco, Lucy Vázquez Córdoba y Beatriz Ortega indicaron que ya no es posible hacer de le Sierra de Guadalupe una zona de importancia arqueológica como se hizo en Malinalco o el Templo Mayor, "que se pudo haber salvado de la avaricia de constructoras apoyadas por el gobierno.
"La Sierra de Guadalupe tiene una importancia no solo ecológica y por la diversidad de especies que alberga, sino arqueológicamente, por eso el llamado es a rescatar lo mucho que todavía existe y que está por encontrarse".
En este sentido, la arqueóloga García Samper refirió que con el trabajo realizado hasta ahora, se toca una parte muy pequeña del universo que guarda el cerro, pues solo Coamilpa tiene 35 kilómetros de largo por 20 de ancho, sin tomar en cuenta la parte de la Cola de Caballo, además de las cumbres más altas y de laderas".
MMCF