Rosendo Lozano, vecino de Cadereyta, la hace de "despachador" desde hace 21 años de la vida de sus dos hijos para guiarlos a ser gente de bien...
Pero una gran parte de esos años, unos 15, se aplica en este oficio entre el olor a gasolina y el ruido de los motores de los automóviles en la estación ubicada en el cruce de la avenida Eugenio Garza Sada y 2 de Abril.
Antes de la entrevista, el residente de la colonia Valle del Roble, de 46 años, regala amablemente a los automovilistas una tarjeta del Día del Padre y una entrada de celular para automóvil, previamente preguntando si el que conduce es papá, como parte de la promoción de la gasolinera, ubicada en la colonia Roma para festejarlos en su día.
“Nos tocó trabajar, le cambié el día a un compañero”, responde orgulloso Don Rosendo, para decir que al terminar se va a festejar con su hijos Adrián, de 21, y Luz Fernanda, de 15 años.
Para quien no lo sabía, el hijo de un campesino originario de Tamaulipas dice que las propinas y la puntualidad en su trabajo ayudan mucho a sostener su familia.
“Me gusta lo que hago, yo caí por casualidad aquí, yo trabajaba con un amigo que tiene unas gasolineras, lo acompañaba y empezó con otra gente, lo apoyaba y aquí me gustó esto.
“Por cierto, yo tengo una carrera trunca, computación y programación en la Universidad Autónoma de Tamaulipas y le seguí por acá en Monterrey ahora aquí estoy, apoyando a mis hijos con este trabajo”, describe.
El despachador señala que recuerda lo que sucedía siendo niño cuando sólo pedía o extendía la mano a sus padres, pero ahora la historia se repite y lo entiende teniendo los dos lados de la moneda siendo padre.
“Claro que me ha gustado ser papá y ahora lo difícil de ser papá es… ¿se acuerda cuando de niño nada más pedíamos? ‘Oye, que unas copias, que uno, que lo otro’ y ahora eso lo vivimos ahora, hay que educarlos a ellos.
“Me acuerdo porque mi papá es campesino y mi mamá trabajó de la costura y nos dio escuela a todos, y ahora estamos viendo y vivimos bien gracias a ellos, por la educación que nos dieron”, describe Don Rosendo.
Con dos hijos, uno en preparatoria, y otra en la academia de belleza, Don Rosendo indicó que si no trabaja de la forma en que lo hace, no llevaría la alimentación a su casa.
“Cuando hay tiempo, ellos van a la escuela de ida y yo trabajo también de día, ya por la tarde todos juntos convivimos, o los fines de semana, sí te pega (el no verlos), pero si no trabajas no llevas de comer.
“Aquí las propinas es la mayor parte, si trabajas bien y atiendes bien al cliente el 90 por ciento es la propina, en este trabajo a lo mejor hay quien dice que es humilde, pero es honesto y un ritmo de vida muy bueno, hay tres turnos, pero a mí me toca de día, y es que hay beneficios de las forma en que trabajas, no tienes faltas, no tienes retardos y tienes buenos reportes de los clientes, te dan beneficios como descansar los domingos o tomar turno fijo”, indica.
El despachador señala que paulatinamente y tras darles la educación, está dejando a sus hijos para que tomen su vuelo propio.
“Hay que educarlos y enseñarlos ya que ellos van a agarrar su propio camino, y lo que quiere uno es que ellos batallen menos que lo que uno, porque la vida es más difícil; les digo aprendan un oficio, soldador, lo que sea, pero aprendan un oficio”, finaliza quitando la manguera del combustible de la camioneta.