Beatriz Hernández fue una mujer que marcó la historia de Guadalajara, gracias a su valentía que en el año de 1542 se asentó la ciudad de Guadalajara definitivamente en el actual sitio del Valle de Atemajac.
Según se cuenta, cerca de 70 familias españolas intentaron asentarse luego de ser desterrados de distintos lugares. Doña Beatriz Hernández demandó a la comunidad no volverse a mudar fortaleció la decisión de las familias con su legendaria frase: ¡Gente, aquí nos quedamos, el rey es mi gallo y aquí nos quedamos por las buenas o por las malas!
Aunque la elección pareció desventajosa por la mala calidad de la tierra, la falta de agua y la carencia de buenas comunicaciones, lo plano y extenso de la llanura ofrecía mejores condiciones para protegerse de los ataques. Sin embargo, gracias a la firmeza de Beatriz, todos aceptaron el lugar elegido y mostraron su apoyo.
La historia cuenta que doña Beatriz, esposa de Juan Sánchez de Olea, era una mujer intrépida y valiente. Según algunos historiadores, tras la muerte de Pedro de Alvarado, Cristóbal de Oñate, gobernador de Nueva Galicia, convocó a sesión de Cabildo para emigrar al sur de la barranca.
Ninguno llegaba a algún acuerdo ya que pensaban que a Nuño de Guzmán no le parecería un cambio más a la ciudad, por lo que ella valerosamente irrumpió en la sesión y se enfrentó a los indecisos asistentes.
Luego de los constantes ataques de los indígenas, sesenta y tres fueron las familias que se asentaron en el Valle de Atemajac, a pesar de que existieron inconformidades debido a las malas condiciones de la tierra o falta de agua, sin embargo, terminaron por apoyar la decisión de Beatriz.
Actualmente, en la ciudad se encuentra un monumento de Beatriz Hernández ubicado en la calle Morelos Y plaza Fundadores hecha por el artista tapatío Ignacio Garibay Anaya en 1987, encargada por el Ayuntamiento que era presidido por Eugenio Ruíz Orozco.
MC