Nuestra cita aquella tarde de agosto se da en torno a una apretada agenda, de ambas. Para nuestra conversación, dispusimos inicialmente de una hora, fuimos ingenuas en la previsión.
Los hallazgos en la
entrevistaampliaron las preguntas, el ánimo de la entrevistada era generoso y franco, el mío era de
curiosidad y sorpresa. Tenía frente de mí, parafraseando a Michelle Obama, a una mujer que ha tenido una vida oyendo el sonido del esfuerzo.

Semanas previas habíamos compartido participaciones, en un foro en Irapuato, donde nos pidieron abordar la presencia de las mujeres en la política, ella hizo uso de la voz como funcionaria, yo como activista.
Un espacio convocado por sociedad civil, a través del liderazgo de una entusiasta Imelda Robles, cuyo formato exigía mayores verdades que formalismos institucionales. Debo confesar, entonces, que sus participaciones francas me dieron los primeros avisos de querer profundizar en una conversación con quien presentaron como la primera mujer en dirigir el organismo electoral del Guanajuato.
Una funcionaria cuidadosa de sus participaciones públicas, pero también una mujer dispuesta a nombrar condiciones y violencias, sin cortapisas, en el llamado tiempo de las mujeres.
En su primera intervención identifico que es una mujer analítica, problematiza y repasa al escucharse nombrar,
"Soy abogada, mamá", al decir esto último hace una pausa, "No sé si sea políticamente correcto decirlo (sobre su maternidad como presentación), los hombres nunca lo dicen, pero para mí es importante decirlo, porque eso te da herramientas, incluidas las herramientas de gestión cuando ya debes de hacerte cargo de seres humanos pequeñitos, y saber que tienes ese patrón incontrolable a todas horas del día, te da mucha resistencia a todo lo que la vida te va presentando…Para mí, ser mamá es importante. Es la responsabilidad más grande que he tenido y que tengo, así será toda mi vida".
Han pasado apenas algunos minutos de nuestra conversación y ya distingo a la mujer que habla en la entrevista, la delata el orden que asigna a sus prioridades afectivas.
"Pero también soy hija de una mujer muy fuerte y trabajadora, el ejemplo de mi vida".
Sin proponérselo, en su confesión me remite a la también destacada irapuatense, Daniela Rea, escritora feminista grande, autora del libro Fruto, entre otros, "No todas somos madres, pero todas somos hijas". Una frase que nos recuerda que la maternidad es tema de todas y todos, por qué todos somos hijos de alguien.

Brenda, mujer de 43 años, hija entre cuatro hermanos, la tercera de ellas, tres mujeres y un hombre. Originaria del municipio de Irapuato, tenía 12 años cuando conoció de la orfandad a causa de la muerte de su papá, lo que la remite a construir una vida con el liderazgo de una madre acostumbrada a las batallas vitales desde el nacimiento a causa de la pobreza y la adversidad múltiple que ello conlleva. En el linaje femenino de Brenda, la constante es el esfuerzo.
"Mi madre, Rosa María Elizarraraz, trabajo desde pequeña tuvo un padre ausente que la llevó a hacerse cargo de sus hermanos (...) cuando conocí la historia de mi madre pude verla no sólo como madre sino como mujer, y entender que ella nos dio, a sus hijas e hijo, las oportunidades que ella no tuvo (...) ella solía decirnos (...) yo no sé qué les voy a dejar, pero les voy a dar educación...”. El anhelo de mi mamá de que tuviéramos preparación, aún y cuando quedó viuda a los 37 años (...) mi madre no concluyó la formación universitaria, mi papá llegó a tercero de primaria (...) ambos con historias complicadas".
En la descripción de sí misma la hoy Consejera Presidenta del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG), es rigurosa. No tiene problema con explicarse desde sus complejidades "soy una mujer complicada en algunos aspectos porque me gustan las cosas de cierta manera y eso no necesariamente compagina con todas las personas (...) soy una mujer apasionada de la vida". Revolucionaria, pero sin la certeza de autonombrarse feminista. En esta última declaración asume que se encuentra transitando la multiplicidad de feminismos, para ella no es tiempo de nombrarse como tal, y es una confesión válida, el camino de cuestionamientos y definiciones no tiene temporalidad determinada.
"En mi hogar familiar solía cuestionar la crianza respecto a mi hermano (...) mi padre, un hombre machista, del que recuerdo su huella aunque haya muerto en mi infancia (...) yo era entonces la que se le enfrentaba en aquellos años (...) nunca me he quedado con aquello que se supone debo de hacer (...) yo levantó la voz y desde que recuerdo hablo lo que siento (...) sé que eso incomoda, pero estoy convencida que debo hacerlo en el momento".
Han pasado diez minutos de nuestra entrevista cuando Brenda revira y se endereza para exclamar de forma espontánea: "No es habitual que yo platique esta parte de mi vida, ¡ni siquiera sé porque te la estoy platicando ahora! (...) soy muy reservada, pero creo que es importante que se sepa de donde se forma mi manera de ver la vida, de mis orígenes".
Una historia de vida descrita por los contrastes y oportunidades, entre las realidades, las aspiraciones y el esfuerzo. Abogada, egresada de la Universidad Iberoamericana, poseedora de una beca que le permitió culminar sus estudios universitarios. En aquellos años pudo participar desde el servicio social en el programa de gobierno “Tel Mujer”, lugar que identifica como su primer contacto para (re)conocer la violencia, y su estrecha relación con la vida de las mujeres. Su primer trabajo remunerado fue en una Notaría Pública, una suerte de coincidencias.
Picar piedra, el aprendizaje desde la piel
En el 2005 llegaría a su primera entrevista a un espacio electoral, el instituto de Guanajuato, donde ingresa como asesora jurídica. Esta experiencia abarcaría hasta noviembre del 2011, año en que decide renunciar. Seis años de vivir las dinámicas laborales, escritas y no escritas, del Instituto que ahora preside.

"El área jurídica éramos cinco personas, una etapa complicada, una mayoría hombres (...) el nivel de confianza en las mujeres era evidente no existía hasta en el préstamo de un vehículo (...) ¡Etapa de picar piedra!".
"Muchos comentarios impertinentes, el ambiente hostil para las mujeres, sobre todo para las jóvenes (...) lo sentía, no era solamente yo, pero no había manera de nombrarlo (...) muy naturalizadas las prácticas violentas".
"Poder nombrar hoy la violencia política es un logro, en retrospectiva estoy convenida que hemos avanzado, y también reconozco que hay tareas pendientes. Hoy tenemos herramientas que antes no teníamos".
Una entrevistada que asume en este tema la institucionalidad, y con ella, la necesaria honestidad respecto a los limites. Reconoce la complejidad que conlleva la responsabilidad del presente, ser la autoridad que debe escuchar y atender denuncias.
"Me importa todo lo que pasa en el Instituto, y en ocasiones me da mucha frustración no poder estar en todo, no poder saber de todo (...) el cargo impone, en muchos casos las otras mujeres, trabajadora del Instituto, se reservan el acercamiento para hacer denuncias directamente conmigo".
Al señalarme esto último dedica tiempo para compartirme que es una tarea que le importa, generar otras condiciones, ambientes y rutas para que haya mejores condiciones para todas ¡que se note que dirige una mujer, que lo sepan y vivan todas!
A partir del 2011 y hasta el 2018 Brenda mantendría contacto con la materia y los equipos que se forman. En el año 2020, decide participar por primera vez a la convocatoria para ocupar un espacio en el Consejo. En ese momento ya era madre de dos hijos. En su primer intento logra llegar a la final del proceso, no resulta electa, pero ya había puesto "el pie en la puerta", fue la forma de avisar, "estoy de vuelta".
La participación en el proceso le permite ser ubicada y se le invita a formar parte del Instituto, "se requiere una abogada que conozca electoral". Brenda recuerda este momento como una oportunidad valiosa, y de difícil elección, era madre de una hija de dieciocho meses. Una decisión compleja en la que se reflejan infinidad de testimonios de mujeres madres que se encuentran en espacios laborales. Finalmente, y después de varias noches que no narra en esta entrevista, ella decide regresar, lo hará al área de "Registro de Candidaturas" con sesenta personas a su cargo, eran los meses de pandemia Covid 19.

En el 2021, nuevamente decide participar en concurso para ocupar un espacio en Consejo, de acuerdo con la reforma de renovación escalonada correspondía la posición de la Presidencia, se preparó en largas noches de estudio con hija en brazos y un hijo creciendo. No era un concurso exclusivo para mujeres, como si ocurrió en otros contextos:
"Éramos más de 50 personas concursando por la posición, éramos menos mujeres que hombres (...) y de lo que sí me di cuenta en primer concurso, como en segundo es que las mujeres en exámenes de conocimiento calificamos más abajo y es muy curioso porque tú ves las calificaciones de los hombres son más altas (...) de ahí que se hagan dos listas distintas, es un reconocimiento a las condición en que participamos mujeres versus hombres (...) en mi caso, yo estudiaba, como seguramente muchas otras, atendiendo mis estudios y mi entorno familiar, siempre. Es una hipótesis personal, tiene que ver con cargas y responsabilidades".
"Cuando las mujeres no tenemos dependientes, las calificaciones suelen ser más altas, pensemos en nuestros entornos escolares".
La hoy consejera presidenta dedica varios minutos a explicarme esta desigualdad desde las realidades cotidianas, a las que ella no era ajena. Es válido que lo recupere, me interesa escucharla, máxime si hoy tiene mujeres a cargo y ese nivel de consciencia es imperativo para dirigir con ese (nuevo) liderazgo urgente que invocamos en las mujeres.
De la entrevista, siguiente etapa de proceso, Brenda recuerda que se trató de una serie de cuestionamientos complicados, destaca la relativa primer intento a ser parte del Consejo, "se enfocaron mucho en los nueve años que no había estado activa, institucionalmente hablando, lo redondeaban a diez años y la intención de hacerlo era poner en duda mi experiencia". Años de trabajo fuera de instituciones, y con (válido) énfasis de tiempo dedicado a familia, esto último gran tabú en los perfiles curriculares de las mujeres.
"Las mujeres no nos retiramos de la vida laboral por gusto, sino porque las circunstancias nos requieren. Debemos de priorizar. La vida laboral y maternal suele ocurrir en los mismos picos vitales, etapas concurrentes donde las mujeres nos enfrentamos a decisiones".
En proceso para concursar por la presidencia del consejo la experiencia fue otra. Ella era otra, aunque con temores fundados respecto a la primera experiencia, sobre todo cuando comenzaron a repetirse algunas preguntas. Esta vez lo hizo con otras seguridades, certezas, administración de palabras y abordajes, se llama experiencia.

Ser la primera, lo que no se dice
En aquel momento no vio la posibilidad de llegar, los nombres que asomaban en los medios de comunicación era masculinos. Cuando fue elegida recuerda su propia impresión,
"El día que me avisan me hice bolita de la sorpresa, era cumpleaños de mi hijo, en medio de una zozobra que no olvido. Ese día fui a comprar mi vestido para tomar protesta, a comenzar a tomar decisiones".
"Llegué en medio de un ambiente hostil, hay mensajes de consejeros y consejeras que se preguntaban a que estaban convocados el día de mi toma de protesta. Asumí esas reacciones como un reto para acercarme de inmediato con cada uno. Desayuné y busqué a cada integrante, su pregunta repetida era '¿Qué quieres?'".
La hostilidad, la agresión son prácticas que también se manifiestan, en sus experiencias, en algunos representantes de partidos políticos, medios de comunicación "era y es complicado". Lo nombra en presente, una hostilidad de un patriarcado electoral que persiste y resiste a su llegada, lo hará con otras, no es personal.
"Sí algo sale bien, es el Consejo; si algo sale mal, es la presidenta (...) y cuando platico con otras presidencias en otros estados es similar. Por ser mujer el trato es diferenciado, es innegable".
"Intransigencia, autoritarismo son adjetivos reiterados para dirigirse a mi desempeño, lo asumo como parte de la forma en qué nos ven a las mujeres cuando tomamos decisiones. Todo lo que dices se tiende a rechazar. Es indispensable desarrollar nuevas y mejores habilidades, a esto se suma hacer alianzas, en mi equipo lo he logrado. Les agradezco y reconozco, que gracias a esto último podemos salir avante".
"Hay veces que me hacen sentir, incluso hay quien se atreve a expresarlo, que si estuviera un Presidente-hombre ya lo hubiera resuelto esto o aquello no hubiera ocurrido, son comentarios comunes y lamentables".
Recordarles que ha llegado ella, que esta ella como presidenta, refleja una postura política de resistencia que explica que no basta con que materialmente hayan llegado las mujeres. Los lugares ganados, se deben acreditar todos los días, hablamos de las posiciones obtenidas por las mujeres, que el triunfalismo no nos haga olvidar esta otra realidad.
El 27 de octubre del 2021 tomaría protesta y lo hizo como la primera presidenta del Consejo General del IEEG por un período de siete años, mismo que concluye en el 2028, hay tiempo.
Tres años para persistir la conformación de las bases de transformaciones significativas, sobre todo, para aquello que se empeñó en no repetir y cambiar, hablamos de la violencia contra las mujeres y condiciones asimétricas vigentes en las y los colaboradores del Instituto.

Primero de Abril 2024 y la violencia contra las mujeres
Previo al cierre de lo que hemos acordado como nuestra primera de otras entrevistas que haremos para seguir reconstruyendo la ruta de la primera presidenta en IEEG, le pregunto a la presidenta sobre el momento más crítico en estos tres años, su respuesta es contundente, le duele el recordarlo, lo veo en su rostro, el airea y su postura cambia:
"Yo cuento con un equipo que me hace fuerte, lo cierto es que cuando se han presentado temas bien complicados, estoy sola antes los medios. Es el caso de lo ocurrido con Gisela Gaytán. Donde básicamente se volcaron hacía mí para decirme que yo había tenido la culpa de que esa mujer muriera, fue un tema terrible, donde mejor recibí apoyo de otras consejerías del INE, que de mi propio Consejo".
"Ese día atendí veintidós entrevistas, fue muy duro personal y profesionalmente, estaba yo en una reunión con la presidenta del INE…Tuve reuniones previas para atender temas de seguridad, hice mi trabajo y fui duramente señalada".
"El señalamiento era a mi desempeño, a lo que señalaban que dejé de hacer (...) un uso político donde asumieron que yo era el eslabón más débil (...) salí a medios, di la cara, estoy segura de que con el tiempo quedó claro que no fue mi responsabilidad".
Brenda está narrando lo ocurrido con Gisela Gaytán de 37 años, candidata de Morena al gobierno municipal de Celaya asesinada en actos de campaña, en un recorrido improvisado en las primeras horas de su ruta proselitista. A casi un año de los hechos, no ha habido ningún procedimiento que indique la responsabilidad por omisión que en las primeras horas irresponsablemente le fue asignada a la hoy entrevistada, tampoco hay disculpa alguna de aquellos (as) detractores.
La hora pactada nos rebasó, me despido de Brenda con la expectativa de haber tenido frente de mí a una mujer que los medios de comunicación, actores, otros, otras no han presentado en la cabalidad de sus aportaciones, caminos y trascendencia. Este escrito es mi aportación como un acto de justicia para una mujer que se empeña, lo sigue haciendo. Ella hoy sabe que llegar, "no basta".
"He empacado mi vida para empezar una y otra vez (...) no encontrarán una consejera presidenta que a todo diga que sí (...) seguiré aprendiendo, pero no cederé a necedades. No seré esa presidenta".
Su historia personal nos adelanta que no se dará por vencida, tengamos la certeza.