Guanajuato siempre se ha considerado un estado muy aparte del resto de los estados que constituyen la Federación. No hace falta mencionar que fue en nuestro Estado donde se fraguó la mayor parte del movimiento por la lucha de independencia; durante la Guerra de Reforma el estado jugó un papel crucial; los primeros movimientos de reacción hacia el colectivismo de Cárdenas surgieron aquí -por ejemplo, el sinarquismo-, y el primer presidente que logró sacar al PRI de Los Pinos -tarea épica, al margen de cómo se gobernó después- fue de un ex gobernador de Guanajuato; el último bastión nacional panista gobierna Guanajuato, y fue de los pocos estados en los que no triunfó AMLO y la 4T. Es por ello que en momentos de crisis de inseguridad, desgobierno, nuevas formas de corrupción y estancamiento económicos, Guanajuato debería ser el ave fénix que renace de los escombros y vuelve a darle un nuevo rostro al país.
Guanajuato ha sido de los estados con mayor continuidad en las políticas de gobiernos estatales; ha logrado niveles altos de inversión extranjera comparado con el resto del país; posee un capital social considerable; tiene un desarrollo más o menos equilibrado entre las diferentes regiones del país; es el tercer estado donde se leen más periódicos per cápita; posee parte de la reserva moral de la nación -lo que se mostró entre otros modos, durante la Guerra Cristera- y es de los estados que ha firmado más convenios de colaboración con otros países (Alemania, Francia, Singapur, Japón); y es quizá el estado que ha logrado aprovechar mejor el modelo económico basado en clústers, preconizado por Michael Porter en La ventaja competitiva de las naciones; es uno de los estados con mayor número de asociaciones religiosas (todos estos datos se pueden consultaren los datos del thinktank México cómo vamos).
Sin embargo, tras estas ventajas, Guanajuato posee tres problemas que deben resolverse para que pueda volver a ejercer este liderazgo nacional, tomando en cuenta además que los vacíos de gobierno o sociales tienden a ser ocupados por otras organizaciones: el incremento exponencial de la inseguridad, que no se ha logrado disminuir en forma significativa; cierto estancamiento en el modelo económico (las cifras de crecimiento económico han bajado a la par que las nacionales (-0.11)) y la necesidad de una mejoría sustancial de su sistema universitario (de ciencia y tecnología) y de ciencias sociales y humanidades.
Sostiene el filósofo español Leonardo Polo que la función principal de la universidad estriba en la creación de saberes superiores, aunado a la transmisión del conocimiento y al involucramiento en las causas y los problemas sociales de la entidad. Aquí probablemente es donde los espacios de mejora son muy grandes (el sistema educativo del estado está más o menos al mismo nivel que la media nacional). Guanajuato (sobre todo la capital) posee una tradicional e importante industria cultural y algunas universidades de mediano nivel en el promedio nacional. Pero los grandes cambios (de régimen, revolucionarios, de reforma) siempre han venido anticipados por el desarrollo de corrientes de pensamiento que los anteceden.
Al respecto, una de las debilidades del modelo de AMLO y la 4T es su desinterés por las tres instituciones más importantes para el cambio social y que éste permanezca: la universidad, la empresa y la familia (Leonardo Polo). Guanajuato debería poner el dedo en el renglón del potenciamiento de estas tres instituciones (incluyendo mayor justicia social entre muchas de sus empresas). El incremento de la inseguridad ha tenido como efecto indirecto la desmembración de las familias, con su consiguiente pérdida de salud social.
Un nuevo enfoque en estas instituciones permitiría que Guanajuato recuperara el liderazgo también intelectual que está llamado a protagonizar. De otro modo, ese hueco será ocupado por otros, que no necesariamente tendrán fines más constructivos.
* Profesor Investigador de la Facultad de Negocios de la Universidad DeLaSalle Bajío