Me recordaba, hace unos días, Ramón Alvarado Jiménez, mi compañero en Comunicación en la UIA que, al dejarnos de “tarea”, Froylán López Narvaéz, que realizáramos unas entrevistas, escogimos hacérselas a José Luis Cuevas; al Embajador de Chile (de la Unidad Popular) en México; al obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo y a Julio Scherer, director, entonces, de Excélsior. Nuestra experiencia, siguiendo las recomendaciones de la periodista italiana Oriana Fallaci de ser audaces, fue el de adentrarnos a las oficinas del embajador y de Scherersin y tener los permisos. Obviamente, fuimos “regañados” por las respectivas asistentes-secretarias y, pudimos concretar las entrevistas gracias a la comprensión del embajador y de D. Julio. Acorde a su conducta, de no conceder entrevistas, D. Julio nos hizo apagar las grabadoras y sólo accedió a platicar con nosotros. Nunca me habían dicho tantas veces tonto e ignorante de manera tan dulce, amable, enérgica y caballerosa como me lo endilgó D. Julio: mi aprendizaje fue total y definitivo para el rol periodístico futuro.
Viviendo en Monterrey me enteré de que la primera edición del Premio Nuevo Periodismo CEMEX+FNPI 2002, le había sido otorgado a Julio Scherer García. La sede fue el Museo Marco en esa ciudad. Entre los asistentes estuvieron Gabriel García Márquez, Lorenzo Zambrano, Vicente Leñero, Jaime Abello, Carlos Monsiváis, Nina Zambrano y muchos invitados. Quién me vio primero fue Leñero. Le comentó, discretamente a Scherer, el que cariñoso como siempre se desplazó a que nos saludáramos. Nina y D. Vicente, sonriendo, le acompañaron. Hubo dos anécdotas; una, que Celso Piña y su Grupo, tocaron en un breve intermedio; primero “Macondo”. El Gabo, sin poder aguantarse sacó a bailar a su esposa, Mercedes. Y aquello fue el mostrarnos lo “güapachosos” que son los colombianos. Luego, Celso Piña, tocó “Hasta Siempre” de Carlos Puebla dedicada al “Ché” Guevara y, que le pone el micrófono a García Márquez quien se la sabía y la cantaba; a Scherer, que lo mismo hizo pero, Piña Celso le coloca el micro a Lorenzo Zambrano quien empieza a balbucear y, sin saberse la canción, respetuosamente, hace lo imposible por tararearla también, con respeto al menos, su “homenaje” al “Ché” Guevara (cosas, que veréis y que ya vimos, D. Celso Piña).