Fue la orden que este militar integrante del grupo sublevado contra la República Española —encabezado por Francisco Franco desde Marruecos— daba a José Valdez Guzmán, gobernador civil de Granada, quien desde el 16 de agosto había ordenado la aprehensión del escritor, poeta, dramaturgo, músico y dibujante por las fuerzas falangistas-fascistas encabezadas por Ramón Ruiz Alonso, enemigo jurado quien odiaba al poeta, a decir de él: por “socialista, homosexual y masón”.
La protección que Federico buscó en la casa de su amigo el poeta y pintos, Luis Rosales, no surtió efecto a pesar de que sus hermanos eran falangistas destacados. En el hoy, Víctor Fernández, ciudadano granadino, ha escrito en la redes el qué ¿cómo es posible que no se haya colocado siquiera una sencilla placa que mencione el hecho, como un señalamiento a la infamia que cometieron las fuerzas golpista y criminales al asesinar al más grande poeta español de su propia historia. Un 18 de agosto de 1936, hace 84 años. Fusilado en un lugar llamado Fuente Grande entre Viznar y Alfacar, junto con dos presos más y cuyos cuerpos tirados a una barranca nunca han podido ser hallados. “España—dice Víctor Fernández—le debe su tumba al poeta”
Su gran amigo, Antonio Machado, también poeta y desde su exilio en Francia, le dedicó un poema que resume el reconocimiento y el homenaje por medio de las palabras hechas letras y brotadas del corazón y del sentimiento:
“El Crimen fue en Granada: A Federico García Lorca.
1. El crimen Se le vio, caminando entre fusiles, / por una calle larga, / salir al campo frío, / aún con estrellas de la madrugada. / Mataron a Federico / cuando la luz asomaba. / El pelotón de verdugos / no osó mirarle la cara. / Todos cerraron los ojos; / rezaron: ¡ni Dios te salva! / Muerto cayó Federico / —sangre en la frente y plomo en las entrañas— / ... Que fue en Granada el crimen / sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
2. El poeta y la muerte Se le vio caminar solo con Ella, / sin miedo a su guadaña. / —Ya el sol en torre y torre, los martillos / en yunque— yunque y yunque de las fraguas. / Hablaba Federico, / requebrando a la muerte. Ella escuchaba. / «Porque ayer en mi verso, compañera, / sonaba el golpe de tus secas palmas, / y diste el hielo a mi cantar, y el filo / a mi tragedia de tu hoz de plata, / te cantaré la carne que no tienes, / los ojos que te faltan, / tus cabellos que el viento sacudía, / los rojos labios donde te besaban... / Hoy como ayer, gitana, muerte mía, / qué bien contigo a solas, / por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»
3. Se le vio caminar... / La Labrad, amigos, / de piedra y sueño en el Alhambra, / un túmulo al poeta, / sobre una fuente donde llore el agua, / y eternamente diga: / el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!”
Cambiamos mis letras sobre la Rosa, por el recuerdo de Lorca: “Casida de la Rosa” / “La rosa / no buscaba la aurora: / casi eterna en su ramo, / buscaba otra cosa. / La rosa / no buscaba ni ciencia ni sombra / confín de carne y sueño, / buscaba otra cosa. / La rosa / no buscaba la rosa. / Inmóvil por el cielo / buscaba otra cosa”. Poema de Federico García Lorca.