Cultura

La gestión cultural según Ramón Mata

  • Vesperal
  • La gestión cultural según Ramón Mata
  • Tomás de Híjar Ornelas

Con la muerte del profesor Ramón Mata Torres, acaecida en su domicilio particular de la zona metropolitana de Guadalajara el 12 de enero del apenas nacido –pero ya de sobra calamitoso– 2021, pierde Jalisco un pionero y un adalid de eso que ahora con cierta pedantería presumen quienes ostenta el marbete de ‘gestores culturales’ sólo por haber cursado carrera profesional bajo ese rubro, respecto a los cuales don Ramón fue lo que un labrador experimentado es ante un agrónomo bisoño, un profesional empírico.

En efecto, su aportación a ese rubro en esta entidad fue la de quien desmontar un terreno en el monte para convertirlo en barbecho para luego roturarlo no con la reja del arado sino con una coa de palo.

En efecto, a este labriego de la cultura en su acepción más pura azadón en mano aprovechó lo más escarpado del tema en la gestión pública para sembrar retazos de laderas donde depositó maíz mezclado con frijol y calabaza.

Operario de la cultura desde su linfa más legítima, la del pueblo, supo cuál es la función vital de la misma, la que junto con la mente y el corazón fecunda los afectos de las personas con armonía y belleza en todos sus matices y a favor del bien común.

En más de una ocasión doña Sofía González Luna me ha contado la fuerte impresión que le produjo, cuando tomó posesión de su cargo como Secretaria de Cultura en Jalisco, reconocer al profesor Mata despachando en el peor recoveco de la naciente institución sin lamentarlo y dedicado a lo suyo.

Le granjeó su congruencia el respeto y admiración de sus pupilos, los que lo fueron en las aulas y los que lo fuimos en sus cursos, por esta razón esencial: la de ser no un hombre humilde sino la humildad encarnada sin poses, que es como decir, desde el humus.

Para él la cortesía y la buena crianza fueron la disciplina, el rigor y el método gracias a los cuales diseñó planes, llevó a feliz puerto proyectos, vio sin recelo crecer a los que llegaron después que él al coamil y jamás se sintió excluido por nadie.

Compiló y escribió muchos libros. Fue reconocido en su ambiente (Premio Jalisco) y en foros más amplios (Premio Nacional de Ciencias y Artes). Acompañó el parto, pubertad, madurez y decrepitud de los Cursos de Información sobre Guadalajara, que dos veces al año, en la primavera y en el otoño, y durante casi medio siglo, transformaron, con el respaldo de alcaldes como Arnulfo Villaseñor y Gabriel Covarrubias, en tribuna y liza de la cultura local la pomposa sala de cabildos del Palacio Municipal tapatío.

Vaya, pues, esta elegía, a la memoria de quien todavía libó el néctar de la palabra en las aulas del Seminario Conciliar de Guadalajara en la copa de sus últimos escanciadores de talla, José Ruiz Medrano y Benjamín Sánchez Espinoza (Fr’Asinello) y supo hacer de la gestión cultural no una forma de ganarse la vida sino un servicio integral a la comunidad.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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