Las únicas mujeres ampliamente conocidas por su participación en la revolución mexicana, han sido Adela Velarde y Valentina Gatica, “Adelita” y “Valentina”. Ambas fueron aguerridas combatientes y hábiles estrategas, pero la historia patriarcal las hizo trascender por ser bellas y porque los hombres sufrían por su amor.
La historia oficial invisibilizó a las revolucionarias mexicanas que participaron como militares, políticas, telegrafistas, enfermeras, oficinistas, reporteras, editoras de periódicos y maestras.
Las magonistas, como Juana Belén Gutiérrez y Dolores Jiménez y Muro, llevaron a cabo un movimiento para liberar a los presos políticos en 1911; las maderistas Teresa Arteaga y Carmen Serdán formaron grupos antirreeleccionistas y difundieron los principios de la democracia. Entre las carrancistas destaca Hermila Galindo, quien sostenía que la participación de la mujer activa debía darse en lo público y en lo privado. Ella fue una de las feministas más importantes en México entre 1915 y 1919. Las mujeres participaron activamente en la construcción de la Constitución de 1917. Margarita Neri, Carmen Alanís, Rosa Bobadilla y María Arias Bernal, son sólo algunos nombres que hicieron historia en la búsqueda de los derechos políticos para las mujeres.
Otra destacada revolucionaria fue Dolores Jiménez y Muro, del Partido Liberal Mexicano y periodista en el “Diario del Hogar”. En 1907 fundó el grupo Socialismo Mexicano y se unió al maderismo en 1910, en el Club Femenil Antirreleccionista “Hijas de Cuauhtémoc”. Jiménez y Muro participó en la redacción del Plan de Tacubaya, el 31 de octubre de 1911, y elaboró el prólogo del Plan de Ayala. María Arias Bernal elaboró los decretos en favor de las mujeres, como la Ley del Divorcio y la Ley del Matrimonio.
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