Cuando hacemos nuestra valija para poder hacer un viaje, desearíamos llevar todo lo que nos es útil, para que no nos falte nada dependiendo del motivo del viaje que haremos; por ello hay que definir muy bien el objetivo del mismo. ¿Pero a quién le ha pasado que lleva en su veliz cosas innecesarias, estorbosas y pesadas? Y termina odiando las mismas y preguntándose “¿por qué las traje?” Creo que nadie nos escapamos; revisemos los siguientes casos:
Siempre llevamos con nosotros la computadora portátil, aunque no la usemos, exista otra en el destino que vamos o simplemente la utilizaremos cinco minutos, y el demás tiempo lo invertiremos en uso personal.
Cuando vamos a hacer una presentación y nos facilitaran la computadora en el destino al que vamos, nos confiamos y llevamos la misma en una memoria; a la hora esta no puedo abrir, y ¿qué vamos a hacer? Acaso, ¿se la enviaron por su correo?, ¿la subieron a su nube?, o ¿llevan una memoria extra?
Pusieron en su maleta un traje completo, muy formal y que quita espacio, pero ¡sorpresa!, la vestimenta es “casual”.
Las especificaciones del equipo de cómputo que tengo son diferentes al sistema de conectividad en donde proyectaré la presentación, me tuvieron que facilitar otro equipo para la configuración del aula.
El apuntador no funciona, se descargaron las baterías.
Una persona del grupo que viene no participa en nada, se corta, no trabaja en equipo y simplemente está ausente, ¿para qué vino?
Llevo 15 cambios de ropa (mudas) para 15 días, ¡que lata!
Aparte llevo en mi equipaje una maletita extra de artículos de aseo y belleza personales.
No podía faltar en los objetos: la revista de interés, el libro que actualmente se lee y hasta la foto de la familia; ah, y hasta el despertador.
Una lámpara, para en la noche ir al baño; medicinas por si nos enfermamos; y hasta agua, por si no ponen en la habitación del hotel.
Muchas valijas, pesadas y artículos innecesarios, ¿no?, ¿derivado de nuestra inseguridad? Seamos y practiquemos el ser más ligeros en todos los aspectos. _