Hombre con botón de campaña: “Lárgate de mi país”.
Jorge Ramos: “Soy ciudadano de Estados Unidos.”
Hombre con botón de campaña: “Como sea.”
“Como sea, lárgate de mi país.” Si Donald Trump dice que su campaña es “humanitaria”, esa escena en el pasillo afuera de su conferencia de prensa, demuestra otra cosa.
La pieza más importante de la confrontación entre Ramos y Trump es ese video, subido a las redes por el sitio “Occupy Democrats” y retomado por Univisión.
En la conferencia de prensa parecía otra cosa; un Jorge Ramos fuera de contexto y sin poder, tratando de ser escuchado. Y un Trump “en terreno elevado”.
Pero en el pasillo, antes que saliera una amable edecán a reinvitar a Ramos a la sala, este hombre, presumiblemente parte de la campaña, contradijo todo el discurso.
El equipo de seguridad había sacado a Ramos sin uso de violencia. Parecía un llamado al orden. Y cuando regresó, Trump le contestó las preguntas.
1) Con respecto a que los hijos de migrantes ilegales no puedan ser ciudadanos de EU: “Sé que usted como otros en los medios piensan que no se puede, pero los mayores académicos legales opinan que sí. Será puesto a prueba a través del congreso”.
2) Con respecto a como construir el muro: “Soy un constructor. Es más difícil construir un edificio de 95 pisos”.
3) Con respecto a la deportación de 11 millones de ilegales: “Hay muchos ilegales en bandas criminales. Comenzaré por ahí. Los buenos, quiero que regresen”.
Trump llamó “incompetente” a Bush sin decir cual, y dijo que su presidencia estará basada en el “management”. Incluso le dijo a Ramos: “tengo un corazón más grande que el tuyo”.
Trump había ganado la pelea. Pero si Ramos lo usa bien, tiene ese video. ¿Quién es ese hombre que le grita en el pasillo “lárgate de mi país”? ¿Cuál es su papel en la campaña? ¿Cuál es la verdadera agenda de Trump?
Cuidado: Trump tiene el dinero para ganar; tiene al Partido Republicano preocupado porque no prometió no lanzarse de candidato independiente si no lo nominan, y lo más importante: sabe ser superstar. Su paso por la televisión lo enseñó a ser peligroso por popular. Además, no hay tirano sin carisma.
