Puebla es uno de los estados gobernados por Morena donde más se han multiplicado los contagios del covid-19, debido a una tardía intervención gubernamental.
El costo de tal omisión voluntaria es alto para los ciudadanos, algunos o la mayoría, que creyeron en la postura oficial, por lo menos en la entidad, de que era una enfermedad de los ricos.
A dos meses del primer caso importado, introducido al país por un capacitador de Volkswagen, el saldo es mortal porque son más de una centena los muertos, y más de un millar de contagiados.
Las acciones oportunas de autoridades sanitarias en otros países evitaron la mayor propagación del virus, se aisló más rápido y se redujo la letalidad, por tanto registraron menos muertes y enfermos graves. En entidades como Veracruz, Tabasco, Baja California, Ciudad de México y Puebla, la ineptitud y la arrogancia de los gobernantes generó más luto entre las familias que han visto morir a sus seres queridos, un dolor que para los políticos y gobernantes se reduce a la estadística fría, y hasta eso, manipulada.
Además de la intervención tardía y la ligereza verbal, lejos de ser la envidia nacional por la capacidad de respuesta sanitaria, fuimos el centro de las burlas por la pequeñez.
El efecto de la pandemia no se resuelve con gotitas de cloro, ni con moles o caldos; las consecuencias son tan graves en la salud pública, la sanidad social y económica, que no se va a paliar con campañas de imagen usando al “Chelís”.
La gravedad de la pandemia en la entidad no es qué tan dañada está o quedará la imagen de los gobernantes, porque pareciera que es lo que más les preocupa, y en eso invierten.
El verdadero daño es el estructural causado por la enfermedad, y este gobierno de la 4T no lo quiere ver, no le alcanza y no tiene la altura de miras para visualizarlo, lo que puede llevar al estado al precipicio.
Se requiere un golpe de timón en el rumbo del país y el estado, donde participe la sociedad, porque la actitud patrimonialista de Morena, además de ser sectaria, es altamente destructiva y solo prolongará la crisis social, económica y política, que nos impedirá remontar la adversidad.
Por el contrario, de continuar las medias verdades y manipulación de cifras, el uso propagandístico del gasto público para la ayuda a las familias afectadas, llegará la antesala de gobiernos autoritarios.
