Manolo Caro es nuestro Ryan Murphy, en todo el sentido de la palabra. Es un hombre que a través de sus creaciones ha desafiado los esquemas, presentado personajes de todo el espectro LGBT+ y contado historias irreverentes, que arriesgan, que algunos podemos amar y otros sencillamente no soportan. La segunda temporada de La casa de las Flores es otra muestra de la similitud entre ambos directores, a veces sus ideas son tan disparatadas que llevan la farsa a un nivel difícil de digerir. Quienes somos sus seguidores lo sabemos y optamos por quedarnos con los momentos brillantes (como esa incursión de la canción “Olvídame y pega la vuelta” en un sauna entre los protagonistas gays).
Lo que más me gustó de esta segunda temporada es que pudimos conocer un poco más de las imitadoras de La casa de las Flores. En una escena, el personaje de Gloria (una mujer trans) es apoyada por María José (otra mujer trans) para tramitar sus documentos oficiales con el género que le corresponde. En uno de los mejores diálogos de esta segunda temporada, María José le dice a Gloria: “Es un derecho que tenemos todas. Si no fuera por nosotras, ¿qué sería de nosotras?”. Estamos hablando de un producto mexicano que envía ese mensaje a 190 países y que muestra la lucha de las mujeres trans por sus derechos. Ojalá en la tercera temporada de La casa de las Flores, veamos más momentos de esa naturaleza.
