Este texto no va dirigido al personal médico ni a lo los repartidores ni a los empleados bancarios ni a los vendedores ambulantes ni a los campesinos. Tampoco es para los dependientes de tienda, los albañiles, los meseros, los obreros, los actores o los peluqueros. Entiendo que esas personas salgan de casa; lo que es más, se los agradezco: es por ellos que la economía, y el mundo, siguen funcionando.
Escribo, pues, para quienes solían trabajar en una oficina, y para quienes ya desde antes de la pandemia trabajaban desde casa. No para todos pero sí para muchos. Para quienes desde marzo pasado desarrollan su quehacer profesional a distancia porque su giro, sus credenciales y su conexión a internet se los permiten pero a la menor provocación se lanzan a las calles a comprar regalos de Navidad, a la comidita aquí, la cenita allá y el cafecito acullá, al viajecito a la playa, el brindis de fin de año o, mañana, la cena de Nochebuena.
Los veo. Y no es metáfora: los veo todos los días en Instagram, sin cubrebocas, risueños y abrazados, haciendo bitácora de su agitada vida social mientras las ciudades que habitan se acercan al límite de la ocupación hospitalaria, mientras el personal médico no tiene descanso, mientras México tiene el mayor número de decesos en ese gremio en todo el mundo.
¿Que el gobierno ha hecho una mala gestión de la pandemia? Concedido. Pero es pretexto baladí para quienes tienen acceso a información y saben bien qué hacer. ¿Que quienes estamos en posibilidades debemos consumir para reactivar la economía? Cierto. Pero es cosa que puede hacerse en línea o en visitas breves a pequeños comercios. ¿Que una gran parte de la población profesa algún tipo de religión cristiana –católica u otra– y tiene derecho a los rituales de su fe? Hasta donde sé, la fe es cosa del espíritu –y no de las bebidas espirituosas– y puede practicarse en casa. ¿Qué necesitamos abrazarnos? Ya habrá tiempo; hoy hay Zoom.
A 24 horas de la Nochebuena vale volver a decirlo: la fiesta tiene que parar. (Jacques Attali llama a eso “altruismo racional”; los cursis le dicen “el espíritu de la Navidad”).
Instagram: @nicolasalvaradolector