No sé por qué nos quejamos tanto. Si al menos dedicáramos un tiempo a escuchar las mañaneras, nos llenaría de optimismo y quizá llegaríamos al convencimiento de lo que se dice ahí. Somos, al decir del presidente, en muchos campos y sin percatarnos, nada menos que de los “mejores” del mundo. Incluso, en la pasada trilateral y en una versión especial que al parecer dejó mudos por más de media hora a los mandatarios de Estados Unidos y de Canadá, el presidente de México les dijo en su propia cara que en nuestro país se construye la obra ferroviaria más grande del mundo (unos 1,500 kilómetros). De manera que dos de las naciones con mayores sistemas ferroviarios en el orbe, recibieron tal noticia que sin duda los debió llenar de estupor y por ello quizá miraban al suelo o volteaban sorprendidos a verse uno al otro. Y no se los mandó decir. Claro que se extrañaron puesto que también tienen otros datos, como el hecho de que sin duda sabían que en China se construyen a lo menos 15 mil kilómetros de vías férreas, pero únicamente para trenes de alta velocidad, que aquí por supuesto ni se conocen. También sabían que solamente en Alemania se amplía sustancialmente su red que ya tiene 45 mil kilómetros en un país seis veces más pequeño que el nuestro. En fin, algo aprendieron Biden y Trudeau en su reunión en México.
También es grande, enorme la sorpresa de que en México estamos ya casi a un tris de tener uno de los servicios médicos de alta clase y cobertura, también entre los mejores del mundo y al nivel, por decir un caso especial, los que reciben los habitantes de Dinamarca (AMLO dixit). Será cosa de meses, aseguró, que podamos tener tales servicios, aunque en el país escandinavo se dedique en salud el 11 por ciento de todo el Producto Interno Bruto, sólo financiado de los impuestos de los daneses para tengan atención médica desde que nacen y hasta que mueren de manera gratuita en todos los niveles. Quizá no es tan importante para los dichos del presidente mexicano saber que Dinamarca ostenta ya el primer lugar mundial en calidad de vida, que no tiene pobreza y está por encima de cualquier nación incluso desarrollada. Ahí la educación también es gratuita en nueve grados básicos y las universidades, no reciben pago de alumnos que se benefician de estipendios especiales por estudiar. No comamos ansias, llegar a ese nivel ya llegará a finales de este año. Así de sencillo.
Y tendremos, eso sí solo sabe Dios cuándo, una de las refinerías más importantes del mundo que, si todo sale bien algún día, y si no siguen los escandalosos aumentos presupuestales requeridos para su continuación, la famosa “Olmeca” o “Dos Bocas”, como quiera usted llamar. Esta generaría (falta por ver) a lo sumo 340 mil barriles al día en refinados. Nada mal, aunque bastante distante de los millón y cuarto que se producen en la refinería Jamnagar, India o, para no ir tan lejos, la de Paraguaná, en Venezuela, que refina casi un millón. Claro que no tiene relevancia que solamente en Estados Unidos existan unas 300 refinerías de las aproximadamente 800 que hay en el mundo y que se construyan más y más en el Medio Oriente.
¿Y el AIFA? Bueno aquí es más modesto nuestro presidente, habla y muy seguido de que es de los mejores si no el mejor de Latinoamérica. Desde luego que con sus seis vuelos diarios actuales quizá se vea un poco difícil equipararse con el que sí tiene ese renombre, el aeropuerto El Dorado de Bogotá. Los números de pasajeros tardarán un poco más para el AIFA ya que ni soñando alcanzará el aeropuerto que se frustró con un “pequeño” cargo de 280 mil millones que pagamos todos los mexicanos. El de Texcoco tendría ya un potencial derivado de sus cuatro pistas, 96 puertas de embarque y 68 posiciones remotas. Pero afortunadamente el presidente nos salvó de esta ignominiosa obra y nos construyó el Felipe Angeles. Menos mal. Algún día superará a todos los de esta parte del continente, aunque tal vez nunca llegue a los 104 millones de pasajeros al año que tiene, por ejemplo, el aeropuerto de Atlanta.
Podríamos, qué afortunados somos, contar con muchos más “récords” y hasta “Guinness” por qué no, en tener otro nivel en escala mundial en tantas cosas. Bueno, con decir que el tema de la pobre ministra Yasmín sacó a la luz las vinculaciones del poder y sociedad económica con el gobierno federal y su marido, el humilde consejero presidencial José María Riobóo Martín (cancelación del aeropuerto de Texcoco, rehabilitación de la línea 12, tren maya, etc.), a quien el titular del Ejecutivo consideró, faltaba más, entre los “mejores ingenieros del mundo”. Y así podíamos seguir.
De manera que no hay ya por qué quejarnos tanto, este régimen nos ha puesto en el mapa de los más libres y soberanos, de los caudillos de los pobres, la avanzada de Hispanoamérica, aunque de los que solamente tenemos algunos defectitos (quién no los tiene), como ser uno de los países más inseguros del mundo (para variar), con más desaparecidos y tantas cosas terribles más. Pero la verdad hay algo en lo que sí podemos calificarnos de los mejores y tal vez del mundo, ya que no cualquier pueblo, así como así, soporta sexenio tras sexenio, como en éste, tanto engaño, mentira, corrupción y frustración.
Twitter: @MiguelZarateH