Política

García Luna y la Narcopolítica

Tal parece que a Genaro García Luna se le juzga en dos tribunales a la vez, uno en Brooklyn y el otro desde Palacio Nacional en México, aunque sea en todas las “mañaneras”. Desde luego tanto para Estados Unidos como para nuestro país, más allá del sujeto juzgado, importan otros macro intereses en los que ambos gobiernos tienen necesidad de salir bien librados, especialmente porque del otro lado de la frontera se trata de subrayar que la narcopolítica se ha adueñado de México y que ello acarrea la continuidad del tráfico de drogas que lejos de ceder se intensifica ahora con el fentanilo. Por el lado mexicano, la postura obsesiva presidencial en este caso subraya matices políticos de venganza contra todo un régimen -el de Felipe Calderón- y pretende poner de manifiesto que “nosotros no somos iguales” aunque de vez en vez se descubran más acciones que evidencian que no necesariamente se está en el lado correcto de la anticorrupción, como en las entregas millonarias en efectivo a políticos afines al morenismo en Campeche, incluso empleados de la belicosa gobernadora Layda Sansores, expuestas públicamente sin que llegara a mayores repercusiones sino, todo lo contrario, a defensas a ultranza de los perpetradores.

En cambio, un desfigurado e iracundo Pablo Gómez, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, censuraba la actitud de las autoridades judiciales por haber otorgado a Luis Cárdenas Palomino, uno de los brazos derechos de García Luna, pero encarcelado por supuestas torturas en el caso de Florence Cassez, nada menos que un amparo para liberar sus cuentas bancarias. Nada peor pudiera haber sucedido en esa sorda lucha que apenas comienza entre el Ejecutivo y el Poder Judicial hoy encabezado por una ministra “no alineada” a los intereses del presidente de la República. Contravenir las causas del mandatario del país, cuestionarlas o simplemente aplicar en muchos casos la ley que, pese a todo, es efectivamente la ley, es motivo de sobra para expresiones sobre la judicatura que llegan a lo soez.

Y esto tendría mucha importancia volviendo al asunto de García Luna. A quien al parecer le está favoreciendo el que la Fiscalía que lo acusa en la Unión Americana, no las trae todas consigo. Al juez que le sigue proceso, Brian Cogan, le está cansando que uno tras otro los testigos de cargo son simples hampones a quienes se le ofrecen beneficios varios en sus propios delitos y condenas si declaran todo lo que puedan contra el ex titular de Seguridad Pública Nacional de México. Para el jurado que dentro del sistema estadounidense habrá de medir la culpabilidad del acusado, debe ser sumamente complicado entender lo que sucede. Hay que imaginar que se trata de ciudadanos escogidos casi al azar, que seguramente poco comprenden los alcances del narcotráfico internacional que corroe estructuras en los dos países y del que sólo saben causa estragos tremendos en su país. Esta, quizá, sea la simple razón por la que García Luna pueda ser declarado culpable en cuestión de pocas semanas porque, la verdad, al juez Cogan le desespera que la DEA no aporte todo lo que presumió tener. Incluso testigos “significativos” y todo acabe en versiones de oídas que por ahora solamente convienen a los delincuentes beneficiarios de su Fiscalía.

Desde luego que al presidente López Obrador le parecería una catástrofe que García Luna saliera exonerado del juicio en Brooklyn. No tendría la misma actitud que, por ejemplo, aconteció cuando fue devuelto a México el general Salvador Cienfuegos, a quien todo lo contrario, se le envió de regreso a nuestro país por “razones de estado”, y todos contentos. Si en Estados Unidos se da el hecho de que García Luna (quien de que las debe, las debe sin duda, según la convicción general), sea absuelto o culpado con benevolencia porque no se aportaron allá pruebas irrefutables, entonces esperará una extradición para que sea en México donde toda la fuerza del gobierno mexicano se aplicaría en una de las principales líneas de ataque presidencial: el gobierno de Calderón. A éste se le ha mencionado en el juicio de García Luna, pero los señalamientos son extremadamente débiles para servir de apoyo ni siquiera a la denuncia, menos cuando en nuestro país también la Fiscalía se muestra débil (y no sólo por la ya prolongada enfermedad de Alejandro Gertz) sino que aquí los jueces seguramente no atenderán en todo a los deseos presidenciales.

La guerra al narco y a la narcopolítica fue declarada en México y Estados Unidos hace ya muchas décadas y se acerca al medio siglo de luchas sangrientas y muy poco efectivas de parte de las autoridades de las dos naciones. Es un signo que marca ya varios gobiernos, incluido el presente de los saludos y abrazos a los delincuentes, mientras que esperan otras batallas que amenazan a la seguridad y la democracia. Aún así, hay tiempo para condecorar a dictadores de otros países mientras otros líderes “izquierdistas”, como el brasileño Lula, da lecciones de cómo manejar las cosas y se reúne con Binden en Washington para arreglar diferencias y enderezar el rumbo en Latinoamérica. Hay de líderes a líderes, pues.

Miguel Zárate Hernández

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Twitter: @MiguelZarateH


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