Hoy la pregunta respecto a la operación del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar es de dónde saldrán los recursos para lograr la prometida cobertura universal cuando México es el país que menos invierte en salud dentro de los miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
El sistema de salud del país requiere una cirugía mayor, el Seguro Popular tampoco fue la respuesta esperada, sí un avance, pero no lo necesario para evitar que muchos mexicanos queden fuera de una atención si no gratuita, sí de bajo costo y calidad, pues el fondo del asunto tiene que ver con dinero.
Son alrededor de 20 millones de mexicanos que no tienen acceso a los servicios de salud y el gasto público en la materia equivale en México a apenas al 2.5 por ciento del Producto Interno Bruto, muy por debajo del 6 por ciento que la OCDE estima, se necesita para proveer un sistema de salud óptimo.
Un dato más, en términos nominales, el presupuesto total destinado a salud para este 2020 creció respecto al año pasado alrededor del 6 por ciento sin embargo sigue siendo el 2.6 por ciento del PIB y representa 10.4% del total del presupuesto de este año.
México además es el país de la OCDE en el que su gobierno gasta menos en Salud, en proporción al PIB y por habitante. Según un estudio de México Evalúa en nuestro país se gasta por habitante menos de la mitad de lo que gasta Chile, por ejemplo.
Para alcanzar el nivel de ese país sudamericano tendríamos que gastar 631 dólares más per cápita o casi 725 mil millones de pesos extra en términos absolutos, y no se ve de dónde saldría el dinero para lograr los ambiciosos objetivos del Insabi.
Curiosamente los estados que no se han opuesto a la operación del organismo son aquellos que abrazan el proyecto federal, luego de desfalcar al Seguro Popular, y son los que menos aportan a sus sistemas de salud locales. La cobija no va a alcanzar para todos y seguimos sin saber con qué se va a sostener este proyecto.