Existen varias aristas a las que se debe de prestar atención con las que nos podremos explicar por qué en México no hemos podido, ya no digamos desaparecer sino disminuir la corrupción y lograr salir de los últimos vergonzosos lugares a nivel mundial.
Según el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2020 de Transparencia Internacional, México se ubica en el puesto 124 entre 180 países, cuando en la anterior edición estaba en el sitio 130, lo cual no necesariamente habla de un avance como país sino que otros países empeoraron en esa percepción.
México en este ranking mundial, sigue siendo el país peor evaluado entre los 37 integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), así como el penúltimo entre las naciones que conforman el G-20, solo después de Rusia.
Y es que resulta que en México no han desaparecido las redes de complicidad que garantizan protección al más alto nivel en el gobierno que permite que personas que tienen acceso a grandes sumas de dinero y a la posibilidad de operar transacciones financieras terminen beneficiándose gracias a esa protección oficial, que incluye por cierto el justificar acciones para evitar cuestionamientos como las famosas bolsas de papel llenas de dinero.
Lo cual nos lleva a otro punto que es el aval que los actores políticos en el poder, en cualquier esfera, léase federal, estatal o municipal terminan dando a personas corruptas, algunas muy pocas castigadas sólo para evitar un escándalo mayor que termine por retirar del poder a los gobiernos en turno, sólo por eso.
Otro punto es creación de organismos para el combate a la corrupción para solo para dar la percepción que se pretende hacer algo y al final estos órganos de control terminan sin dientes para poder emitir castigos ejemplares.
A esta maldita fórmula aquí expuesta le agregamos al factor de la impunidad, la escasa sanción que se aplica a casos graves de corrupción podemos contar con los dedos los casos de personajes procesados y nos sobrarían el 90 % para contar los casos sentenciados conforme a derecho.
Si a eso le sumamos el burocratismo ineficaz, la falta de controles y la opacidad inherente, así como una nula rendición de cuentas, podemos entender el lugar de México en este ranking internacional.
Y esto no es exclusivo de la 4T...
Miguel Ángel Puértolas