La presa El Zapotillo no es un proyecto estratégico de la actual administración federal, a quien compete la obra no solo de la presa sino del acueducto de Los Altos-León que pretende traer agua del río verde a la ciudad, y con ello acabar con el fantasma de la escasez del líquido. Si fuera estratégico, desde un inicio se habrían tomado decisiones que llevaran a la conclusión de la obra, pero sigue siendo parte de un juego político inexplicable en el que se ha dejado de lado el interés de las mayorías que necesitan del agua para vivir. Se espera que mañana el Presidente López Obrador, se reúna con los habitantes de Acasico, Palmarejo y Temacapulín quienes han insistido en una batalla legal para evitar que se inunden sus viviendas.
Una batalla que ha prolongado por más de una década la posibilidad del llenado de la presa pero además ha dejado de lado la construcción del acueducto que distribuiría el agua entre los pobladores de los Altos de Jalisco, la ciudad de León y la Zona Metropolitana de Guadalajara.
Sumado a los escollos que ha tenido que sortear la construcción de la obra está el caso de los miles millones de pesos que se entregaron a la empresa española Abengoa, especializada en obtener líneas de crédito para la construcción de obras y así autofinanciarse lo que terminó en un fraude y con grandes cuestionamientos a quienes operaron la licitación y sin ningún responsable de ello.
Hoy se enfrenta una crisis económica derivada de la pandemia que ha limitado los recursos y que se necesitarían para la construcción del acueducto cuya inversión requeriría poco más de 13 mil millones de pesos.
Por otra parte está la viabilidad de la obtención del agua proveniente del Río Verde, pues hay quienes opinan que esta no sería suficiente para el llenado de la presa debido a la escasa corriente del líquido y el procesos de evaporación. Parece ser que hoy lo que tenemos de nuevo es ruido, y no necesariamente porque corra agua en el río.
