Parece que en México el caso Odebrecht y los financiamientos ilegales a las campañas electorales basados en sobornos por parte de la empresa brasileña a cambio de jugosos contratos de obra es solo un petate del muerto para mantener ocupados a los enemigos políticos del sistema.
Muchos nombres han salido a la luz y ni uno solo hasta este momento ha recibido sentencia alguna, es más, algunos como Emilio Lozoya, acusado siquiera han pisado la cárcel, en medio de un escándalo que amenaza con alcanzar proporciones mayúsculas, pero que no pasará de ahí, pues parece ser que se ha convertido en la herramienta perfecta para mantener alejados a los detractores.
La pregunta es si en realidad se pretende ejecutar acciones en contra de los señalados, pues si en realidad se pretende llegar hasta el fondo en la investigación de casos de financiamiento ilícito de campañas políticas estoy seguro que ningún partido político se salvaría.
Mucho ruido y pocas nueces, pues ahora le tocó al ex candidato presidencial del PAN, Ricardo Anaya, ser citado a comparecer por este caso, y así uno a uno de los involucrados en campañas presidenciales anteriores menos los directamente señalados, como el propio ex presidente Enrique Peña Nieto están siquiera mencionados en los citatorios.
Todo parece indicar que se trata de una simulación empezando porque los delitos que se persiguen en el proceso electoral del 2012 ya prescribieron, sin embargo lo que sí puede ser investigado por la Fiscalía Especializada de Delitos Electorales (Fepade) de la FGR es el financiamiento ilegal a las campañas del PRI para las elecciones federales de 2015, pero hasta hoy solo escándalos y nada de avance en el proceso.
No hay más que simulación, pues mientras en otros países hasta ex presidentes han terminado tras las rejas, aquí en México no salimos del exhibicionismo procesal que sólo sirve para el show, y estamos más lejos que nunca que se castiguen los delitos señalados y ni soñar en que quien la hizo la pague.
Crimen sin castigo, pues.