Hace unos días en la ciudad de México se dio una marcha de cientos de mexicanos defensores de la construcción del aeropuerto en el antiguo lago de Texcoco; en ese momento otro grupo de mexicanos por las redes sociales los criticaban tachándolos de fifís y, de defensores del actual régimen económico.
México no es de fifís, tampoco de chairos, México les pertenece a los 117 millones de mexicanos, quienes según sus responsabilidades se levantan y salen a trabajar cada día con un café y un pan en el estómago, lo hacen con un sólo deseo, atender sus responsabilidades laborales y llevar un peso a sus familias.
Están aquellos otros mexicanos que, con el deseo de sacar adelante a sus empresas, salen temprano de sus casas con un jugo de frutas, una carne asada y un café de grano de primerísima calidad en sus estómagos. Uno y otro mexicano tienen el derecho a tener una forma de pensar y a defender sus propias creencias. Uno no es más que el otro, por una sencilla razón, todos somos seres humanos y afortunadamente todos creemos en el México destrozado por el crimen, el caos y la corrupción, el cual, gracias a cada buen mexicano se mantienen en pie, porque los mexicanos honestos aportamos cada día un grano de arena para lograr tener a México de frente.
México nos necesita a todos, ni chairos ni fifís; no es momento de rasgarnos las vestiduras; en esta etapa histórica de crisis nacional requerimos unidad, y si de tipo de mexicanos se trata, solamente tenemos dos, aquellos que trabajamos arduamente para sacar adelante a nuestras familias de manera honrada y con el sudor de nuestra frente y, aquellos otros quienes cada día con una arma en la mano pretenden quitar sus pertenencias a ciudadanos que no tienen otra forma de defenderse más que con su propia honestidad y decencia.
