El pueblo no es sabio, ni bueno, ni bondadoso; por el pecado original el pueblo tiene la maldad por dentro, le aquejan sus demonios, lo traicionan sus ambiciones, se llena cada día de pecados capitales.
El presidente de la República intenta generar una política pública basada en las decisiones a mano alzada; así lo ha hecho a lo largo de estos seis meses de gobierno, ha tomado acuerdos con el pueblo para definir estrategias y acciones de política pública.
Considero dicho actuar como un grave error, las decisiones de acción pública deben estar basadas, en primer lugar, en la realización de diagnósticos claros y precisos, definir cuáles son los alcances de cualquier acción pública, el número de beneficiados y los montos del gasto público que se erogará. Si cada peso gastado tiene un efecto multiplicador sobre el beneficio de la sociedad, entonces sí se toma la decisión de hacer la obra pública, de lo contrario, se busca otro proyecto el cual con el mismo dinero o menos, beneficie al mayor número de personas.
En la toma de decisiones para generar una obra pública, también están las necesidades y urgencias que el pueblo requiere. Cuando se ha diagnosticado bien un problema y se planea su acción, su resultado deberá ser el más eficaz y eficiente posible, pero si, por el contrario, el pueblo en un mitin decide qué hacer y qué no hacer, estamos bajo la acción de un gobierno populista que le da gusto a una minoría que asiste a un evento público, pero que no necesariamente resolverá lo más importante que la población requiere.
Si Andrés Manuel desea que el pueblo decida, le recomiendo convoque a referéndum para que los involucrados decidan, pero con orden y organización y no a lo que diga mi dedito.
