El presidente de los Estados Unidos escribe en un libro de su autoría denominado Trump: The Art of the Deal: Cuando veo a los negociadores débiles los aplasto, cuando los veo fuertes los respeto. El gobierno mexicano hoy se encuentra en una encrucijada: postrarse frente a Trump con las manos tras la espalda o, enfrentarlo con la imposición de aranceles.
Para negociar con él baste con revisar sus libros, en ese sentido los negociadores mexicanos sabrán cómo enfrentarle por una sencilla razón: saben anticipadamente cómo piensa y por deducción sabrán cómo actúa.
El momento actual es histórico para México, por ello hoy se le exige al presidente Andrés Manuel actuar como un verdadero estadista frente a la coyuntura internacional. El momento es trascendental para los empresarios mexicanos, pero también para los trabajadores de las empresas exportadoras.
De aplicarse el arancel a los productos mexicanos, estos incrementarían su precio en el mercado norteamericano y por ende, tendrían menos posibilidad de competir frente a los productos sustitutos procedentes del resto del mundo, dado lo anterior, perderían competitividad-precio los productos mexicanos y, posiblemente descenderían las exportaciones, con ello, disminuiría la producción teniendo como consecuencia el despido de trabajadores mexicanos, la disminución de impuestos locales y, la caída de la producción nacional. Recordemos, cerca del 80% de las mercancías vendidas al extranjero se venden en los Estados Unidos.
Entrar en una guerra comercial con los Estados Unidos no traería beneficios a ninguno de los dos países, sin embargo, existiría un ganador de corto plazo, y ese sería el presidente Trump, porque en plena campaña electoral para reelegirse, estaría mandando a sus electores la señal de fuerza y control económico. Volver a hacer grande a los Estados Unidos.