Sentimos tristeza por la serie de fenómenos que nos causan estragos severos en el país y especialmente en nuestro Estado: la inseguridad, violencia sanguinaria, la tala clandestina, la sequía, el calor, y por si alguna calamidad nos faltara: los incendios forestales. Esperemos que pronto vengan las lluvias, lamentablemente también con su impacto en huracanes, ciclones, inundaciones y otras calamidades, para lo que debemos prepararnos mejor.
Con toda razón me podrán criticar señalando que, primero, hay que acabar con los incendios, donde la prevención y oportuna atención no hayan logrado evitarlos y sofocarlos, lo que sabemos es sumamente difícil y costoso, aunque más gravoso es, en el tiempo, su impacto en la naturaleza.
Los incendios forestales afectan el ambiente, la vida de las comunidades aledañas, la economía, y lo más grave, la pérdida de vidas de personas, flora y fauna. Por ello la Maestra Delfina Gómez Álvarez, Gobernadora de nuestro Estado, ha dispuesto medidas para combatirlos y sofocarlos con la prontitud que sea posible, apoyada por el Gobierno de la República. Por fortuna se va logrando, aunque sea una tarea lenta y onerosa.
Me preocupa se adopten oportunamente las medidas integrales adecuadas, que deben y pueden continuarse en la etapa de posincendios forestales, para mitigar sus impactos adversos ambientales, sociales y económicos, que requerirán recursos humanos, organizativos y financieros adicionales a su combate. Me refiero principalmente a tres aspectos fundamentales: ecológicos, económicos y sociales. Eso incluye la evaluación objetiva de los daños causados.
Habría que instruir de inmediato la preparación de los equipos de restauración, limpieza de las zonas afectadas, limpieza de la madera y pastizales quemados, con el trazo de medidas que prevengan su potencial vulnerabilidad, aprovechar las lluvias para la reforestación, y evitar se sustituyan los bosques con usos agrícolas o se abandonen, dañando mas las zonas incendiadas.
Harán falta medidas de reactivación económica, a la par de la recuperación de nuestras zonas forestales, que esperemos sean adecuadas al tipo de ecosistema más conveniente, considerando un amplio rango de opciones ecológicas, y con el ingrediente más relevante: una amplia y consciente participación ciudadana. Que triunfe la esperanza, sobre la experiencia.