Política

Migración: cada vez más muros

Los migrantes indocumentados no tienen años fáciles. En su camino enfrentan abusos, exclusión, rechazo, incertidumbre, persecución; la violencia y la muerte siempre al acecho. A pesar de esto, 2015 ha sido aún más difícil, particularmente para los cientos de miles de personas que abandonaron sus lugares de origen para llegar a Europa.

Según Frontex, la agencia de la Unión Europea para las migraciones, en lo que va del año 1.2 millones de inmigrantes han entrado irregularmente a algún país europeo, diáspora que trajo consigo la muerte de al menos 3 mil 445 personas. Es decir, que el peaje cobrado por las fuerzas de la naturaleza o de la violencia fue de una vida perdida por cada 350 que lograron su cometido. En 2014, solicitaron asilo en Europa 626 mil personas, cifra que en 2015 se elevó a 812 mil; se estima que en 2016 el número de solicitudes en ese continente se triplicará y llegará a 2.5 millones.

La mayoría huye de la guerra, de la persecución, de la destrucción de sus hogares y forma de vida, sobre todo en Siria, Irak, Afganistán y Somalia. Son desplazados que al huir del horror van en busca de una posibilidad de vida. Lejos de los sueños que impulsan a otros, los migrantes de aquellas tierras caminan y navegan solo para sobrevivir.

Con cinco años de guerra civil, a Siria ha llegado, como a Irak, el autoproclamado Estado Islámico, que se ha impuesto en extensos territorios. Por ello el número de sirios e iraquíes que intentan cruzar el Mediterráneo se ha triplicado, en tanto que se ha duplicado la cantidad de afganos que huyen de la miseria y la guerra. Según la ONU, 25 de cada 100 solicitantes de asilo son mujeres. Pero solo 5 por ciento de la ayuda humanitaria se destina a la atención de partos, anticoncepción o asistencia a quienes sufren violencia sexual.

Los campamentos de refugiados, albergues provisionales y asentamientos espontáneos suelen ser hostiles para las mujeres. Según la agencia de la ONU para la Población y el Desarrollo, las mujeres desplazadas enfrentan abusos, explotación sexual, violencia, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y partos inseguros.

Si las dificultades que afrontan los migrantes no fueran ya de enormes dimensiones, los atentados del 13 de noviembre en París vinieron a complicar más el panorama. Esto sucedió justo cuando, entre diferendos y discusiones, los países a los que más arriban migrantes habían alcanzado acuerdos humanitarios, como brindar apoyo a los refugiados y dotarles de cobijo y descanso, contención del tráfico y contrabando de personas, difusión de información sobre derechos y obligaciones de los refugiados y migrantes y monitoreo de la situación.

Los avances en materia humanitaria sufrieron un grave freno, pues quienes se oponen a la recepción de migrantes capitalizaron el miedo para divulgar la especie de que entre los desplazados llegan terroristas. Pese a las evidencias del origen y la forma en que los terroristas ingresan a los países a los que atacan, la falacia es sostenida como verdad. Incluso líderes de países tradicionalmente no antiinmigrantes se han dejado llevar por el miedo: Mark Rutte, primer ministro de Holanda, ha dicho que Europa debe cerrar sus fronteras para "para no caer como el Imperio Romano".

De este lado del Atlántico, Donald Trump, aspirante a la candidatura del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos, que ha hecho de su rechazo a la migración su principal bandera, aprovechó para proponer prohibir a los musulmanes el ingreso a su país.

Se trata de la edificación de los muros físicos o mentales, xenófobos o racistas. El regreso a la torre de Babel, en donde la confusión de las voces fractura las posibilidades de la comunicación racional o el espíritu solidario. Así como en las fronteras europeas se agolpan miles de desplazados, lo mismo en Hungría que en Grecia, en Turquía que en Italia, alrededor de 100 mil cubanos, además de los 43 mil que llegaron a Estados Unidos en los últimos 12 meses, permanecen en México, Honduras, Panamá, Costa Rica, Colombia y Ecuador en espera de encontrar el momento para intentar el arribo a Estados Unidos.

Por razones económicas, alrededor de 260 mil españoles han dejado su país desde 2012, y aunque muchos han regresado, siguen siendo más los que buscan en otras naciones lo que no pueden encontrar en su país. Y en tanto que la migración de mexicanos hacia Estados Unidos muestra una tendencia descendente, la Corte de Apelaciones de Nueva Orleans determina la suspensión de las medidas ejecutivas dictadas hace exactamente un año por el presidente Obama, las cuales podrían beneficiar a 5 millones de indocumentados. La batalla legal continúa entre el gobierno y los 26 estados de la Unión que se oponen a estas medidas, debate que se extiende al ámbito preelectoral: unos por ganar adeptos pronunciándose contra los migrantes y otros prometiendo defenderlos. Todo ello a la luz de una previsión relevante: en noviembre de 2016 podrán votar alrededor de 26 millones de migrantes hispanos.

En nuestro país, mientras tanto, enfrentamos la vergüenza, por onceavo año consecutivo, de que madres de migrantes centroamericanos recorran gran parte del país en busca de sus hijos desaparecidos. Más de una década de Caravanas anuales pone en evidencia que no hemos sido capaces de reducir o acabar con la violencia que padecen los migrantes en nuestro territorio.

Si hay tanto riesgo de padecer hambre, abusos y delitos, incluso de perder la vida, ¿por qué los migrantes económicos, los desplazados, los que huyen de la violencia siguen intentando llegar a otro país en busca de sobrevivir o de encontrar oportunidades mínimas? La respuesta se sintetiza en las palabras de un hombre sirio, que le dice a Omar Mahmoud, de El País: "Sabíamos que podíamos morir en el mar durante nuestro viaje, pero una muerte probable en el mar es mejor que una muerte segura en casa". La lógica de esta frase podría ser replicada por millones de migrantes.

Cada 18 de diciembre, Día Internacional del Migrante, deberíamos hacer un recuento de los avances legislativos, políticos, económicos y sociales en la atención y comprensión de la migración. No es así. Desafortunadamente, cada vez que llega esta fecha, hay muchos más hechos trágicos para lamentar que éxitos para celebrar. Esto no es razón para cesar el esfuerzo incluyente y humanitario. Hay causas que no admiten resignación ni son renunciables. La de los migrantes es una de ellas.


*Secretario general de la Cámara de Diputados y especialista en derechos humanos

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Mauricio Farah Gebara
  • Mauricio Farah Gebara
  • Especialista en derechos humanos.
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