La rueda de prensa de la SSG transcurría sin contratiempos. Los responsables del manejo de la pandemia en Guanajuato ofrecieron cifras, datos, estadísticas.
Hubo tiempo para proyectar testimonios e incluso Daniel Díaz Martínez, secretario de Salud, hacía un llamado a los jóvenes a convertirse en promotores de la salud, fomentando el correcto uso del cubrebocas de ser posible con esos videos cortos de los que se difunden profusamente por redes sociales.
Fue reiterado el llamado a la afición leonesa a celebrar con responsabilidad: mejor permaneciendo en casa y en sana distancia, y a la población en general a realizar las actividades de la época decembrina con la mayor prudencia para evitar contagios.
Pero en los reportes llamó mi atención que desde semanas pasadas los números promedio de contagios diarios, hospitalizaciones y defunciones muestran una tendencia sostenida al alza.
Es más: si se les compara con las cifras reportadas en las semanas epidemiológicas de julio aquéllas resultan menores a las actuales. Es decir: estábamos mejor cuando el semáforo de reactivación económica estaba peor.
Mucho se ha comentado sobre la reticencia de las autoridades estatales a ubicar el semáforo en rojo, por las implicaciones económicas que conllevaría. Un segundo descalabro sería catastrófico para los negocios locales.
Por ello pregunté al secretario Díaz directamente y sin rodeos: si contagios y hospitalizaciones están por encima de la vez anterior que el semáforo de riesgo epidemiológico se encontraba en rojo... ¿qué hace falta para que las autoridades estatales lo lo activen? .
El secretario respondió: “tenemos que buscar el equilibrio entre el cuidado de la salud y de la vida. El virus no conoce de colores de semáforo y de repente parece que los ciudadanos tampoco”.
Agregó que de regresar al semáforo en rojo “se tendrán repercusiones económicas para todas las las familias de Guanajuato. Para quienes recibimos nuestros salarios quizá nos da lo mismo (...) pero hay personas quienes tienen que salir a buscar su sustento del día a día”, argumentó.
Recordé entonces que en agosto respondió a un cuestionamiento similar: “nadie más que nosotros sabemos hasta dónde podemos ‘estirar la liga’ en cuanto a la atención médica. Lo digo así de claro no vamos a rebuscarle”. Ese es el dilema: la economía y la salud, y en medio de ellos procurar el bien común.
¿Por eso el semáforo se encuentra en un limbo limítrofe entre el color naranja de alto riesgo y rojo?
“Acepto el comentario, asumo mi responsabilidad, pero es una responsabilidad compartida. Todos debemos empezar por el cuidado de la salud en la familia, ser responsables, disciplinados, y acepto la crítica pero también échenos la mano con un comentario constructivo en el sentido de qué podemos hacer entre todos para evitar más contagios”.
Está claro que el secretario Díaz está consciente del alto riesgo de mantener la movilidad y que asume su decisión pero... ¿y la población?
Periodista de investigación. Ex servidor público de carrera