Nunca quiero hablar de futbol. No soy aficionada.
Los verdaderos especialistas llevan su pasión más allá de los límites que impone el cariño.
Y ese tipo de amor tan entregado, a veces masoquista, aunque no me resulta ajeno, sí me parece incomprensible. Así es el amor, se dirá. Los aficionados sufren, lloran, se desgarran la camiseta (más si es la del equipo de casa) y hasta la pisotean en caso de que se sientan traicionados. En ese caso lo hacen cuando ven que su equipo no le puso “cariñito” y entrega en la cancha. Morir sí, pero con “la cara al sol”. Con el marcador en contra, puede.
Pero nunca, nunca perdonan cuando sienten que la derrota fue “gratuita”.
¿Cómo es que se quiere convertir al Santos en villano regional equiparado a Trump porque lleva muchos partidos sin ganar? Por simple, hasta resulta chocante, porque los deportistas tienen esa peculiaridad que ningún líder (sea empresarial, político o social) tiene: arrastran, generan pasión y hacen por un breve, brevísimo momento, que los aficionados olviden los temas que les producen estrés, dolor, miedo, rabia cuando ganan y aunque sus derrotas los lleven al calvario después.
No hay grandes razones para estallar de felicidad en estos días.
Y menos esperanza de salir de la situación cuando tenemos políticos que “defienden” la cultura pero no le atinan al nombre de un libro indispensable o “ecologistas” que para acabar con una “plaga” la de perros callejeros deciden llevarlos a todos al matadero- ante el espanto de los (esos sí) defensores de la vida animal.
¿Cómo remontar la decepción de que las cosas no van a mejorar si todavía tenemos políticos que llaman sinvergüenzas a los reporteros que los cuestionan?
¿Cómo hacerlo cuando los tenderos de los barrios son “clientes” frecuentes de los ladrones y los despojan no sólo de las ganancias del día sino de una forma honesta de vivir? ¿Cuándo va a mejorar si ni con la Lámpara de Diógenes se puede encontrar a un hombre honrado, valiente y patriota que quiera entregarse al servicio público sin mayores pretensiones de brincar a otro cargo?
Con todo eso, ni extraña que los aficionados al futbol, encuentren héroes o villanos entre los equipos de la Liga Mexicana de Futbol y no entre quienes “sirven” a la población a través de cargos públicos. Ajá.
@marmor68