Hace ya mucho tiempo que se adentró en el desierto y no ha encontrado el rumbo para llegar a tierras más fértiles. O al menos algún oasis. La carrera de Samuel García por la gubernatura está perdida en la polvareda. No es su desplante machista reciente lo que ha metido freno a sus ambiciones.
“Tiene todo para que lo dejen solo”, escribí en este espacio el 17 de octubre, hace casi diez meses. Lo explicaba así: “Samuel García, senador de la República y ante todo un aspirante a la gubernatura de su estado, es sin duda el político regiomontano más vistoso y más visto en las redes sociales. También es el que más ha criticado a los más criticados del momento. A nivel nacional, le ha redituado el continuo comentario de oposición al presidente López Obrador... Pero sobre todo aquí, en Nuevo León, le ha sacado raja a la incómoda situación de El Bronco en el gobierno: fue él quien impulso la denuncia ante el Tribunal Electoral y quien insistió (y exageró), después de un año, que el Congreso del Estado no había acatado la orden de sancionarlo. Claro, él y solo él saldría ganando si la sanción llegara a su fin... Pero, por la misma razón, los diputados de las otras bancadas lo pueden dejar solo con sus ilusiones”.
Tres meses después, a fines de enero, seguí. “Su manejo en redes sociales lo ha hecho una persona que se reconoce fácilmente: opina, critica, advierte, discute, baila...A Samuel García se le identifica como alguien que va por todas. No hay tema en que no participe: La Huasteca, el Insabi, el desabasto de medicinas o una nueva Constitución para su estado. El rigor es lo de menos.
“Y es indudable que se trata de uno de los aspirantes más conocidos. Lo que no está claro es que, además, sea deseado como gobernador... pues es muy probable que esta vez los nuevoleoneses se quieran asegurar de que, quien llegue, sepa de gobierno y quiera jugársela en serio por el estado”.
Eso es lo que creo que le está pasando ahora: Samuel, en el desierto, sigue sin dar muestras de poder gobernar.
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