En los pocos días que han transcurrido de septiembre, la defensa de la autonomía sexual y reproductiva es un tema protagónico.
El pasado 4 se conmemoró el Día Mundial de la Salud Sexual y en la misma semana un juez federal ordenó suspensión definitiva del Pin Parental durante el desarrollo del juicio en Aguascalientes, pin que busca vetar entre otras cosas la educación sexual en escuelas.
La Educación Sexual Integral se considera una llave para el logro de la salud y el bienestar, no sólo es una materia escolar, es una garantía constitucional incluida en los Derechos Sexuales y Reproductivos que en articulación del estado, sistema educativo, sociedad y familias deberá estar basada en la laicidad, abordando científicamente las dimensiones de reproductividad, género, erotismo-placer y vinculación afectiva saludable para fomentar la toma de decisiones libres, responsables e informadas de acuerdo a las etapas de vida de las personas.
Es indudable que nos encontramos en un momento adecuado e incluso urgente para su implementación ante los fracasos de las estrategias nacionales para prevenir embarazos adolescentes, violencias sexuales y de pareja, mortalidad materna, accesibilidad a métodos antifecundativos y otras problemáticas de salud pública ligadas a la falta de políticas en la materia.
No obstante, el posicionamiento del conservadurismo insiste en cuestionar los principios de progresividad e irreversibilidad de los derechos; es alarmante darse cuenta de que un derecho ganado no es sinónimo de uno garantizado.
Hoy, es urgente su defensa a través de la confrontación a la constante resistencia de una ideología que estigmatiza y domina desde generaciones incontables.
Grupos promotores de derechos y grupos feministas seguirán estando vigilantes para que el estado garantice nuestros derechos sexuales y reproductivos; sin embargo, esto es una tarea de todas y de todos. Recordemos: negar educación sexual no sólo es vulnerar un derecho, es ejercer violencia.
El conservadurismo cuesta calidad de vida, desarrollo, salud integral y vidas, mayoritariamente de mujeres y niñas.