Luego de cumplirse cuatro días de las elecciones presidenciales en el país vecino del norte y en medio de una gran incertidumbre, el fin de semana se dio por ganador al candidato demócrata Joe Biden para convertirse en el 46° presidente de los Estados Unidos de América.
A pesar de que la democracia estadounidense es considerada como una de las más antiguas de la era moderna, esta elección en la que también se renovaron 35 espacios dentro del Senado, 435 en la Cámara de Representantes y 11 Gubernaturas, ha generado cierto grado de polarización como la que se ha visto en estos días, derivado en cierta medida por la forma en que está conformado su sistema electoral.
A diferencia de nuestro país, nuestros vecinos del norte no tienen una institución que organice las elecciones a nivel nacional, sino que cada estado define sus reglas. Además, el contexto atípico de la pandemia y el aumento de la participación electoral dado por el voto temprano y por correo postal fueron la mezcla perfecta para retrasar el conteo de votos.
No obstante, los resultados apuntan Joe Biden y su compañera de fórmula Kamala Harris lograron obtener los votos electorales necesarios para declararse ganadores de la contienda y que presagian un viraje en la política exterior de su País en relación con el mundo.
Durante su campaña para llegar a la Casa Blanca, Joe Biden fue un crítico incesante de la política migratoria realizada en los últimos cuatro años que separaba a las personas migrantes de sus hijos. Por eso, además de defender el programa de protección de los hijos de los migrantes, prometió hacer algunos ajustes para legalizar a cientos de mexicanos que residen en ese país y aun no cuentan con papeles migratorios. El virtual presidente de los Estados Unidos también prometió hacer cambios al Tratado México-Estados Unidos-Canadá, particularmente en materia de medio ambiente y derechos laborales.
En lo que respecta a la política energética estadounidense, Biden ha dicho que impulsará las energías limpias, reduciendo la explotación de energías fósiles y regresando al Acuerdo de París por el que se busca reducir el calentamiento global, mismo que fue firmado en el 2015 y del cual Donald Trump decidió retirarse.
Habremos de ver en los próximos meses cuál será la recomposición de esa política exterior sin dejar de advertir que históricamente los Estados Unidos respecto de los demás países nunca han tenido amistades, sino solo intereses. Aunque no debemos descartar que los mensajes del gobierno de México sugerían apoyo a Donald Trump y eso podría tener eventualmente un acuse de recibo.
Sin duda serán años de una forma de hacer política diferente, en la que se debe privilegiar el diálogo para fortalecer la relación bilateral institucional y la buena vecindad de nuestra Nación con los Estados Unidos de América.
Twitter: @jmvalerapiedras