Pese a que se veían venir desde hace tiempo, apenas estamos sintiendo los estragos de las altas tasas de interés. Un sector en particular que se ha visto golpeado es la banca. Recientemente, en el transcurso de una semana colapsaron Silicon Valley Bank (SVB), Signature Bank y Credit Suisse. Otros como First Republic Bank están en la cuerda floja. El daño parece estar contenido por el momento. Más nos vale que así se mantenga.
En teoría, altas tasas de interés son buenas para la banca. Su negocio es captar dinero barato (principalmente mediante depósitos) y prestarlo a una tasa mayor. Cuando las tasas de interés son bajas, esta diferencia (o spread) es baja, por lo que su margen de utilidad se ve afectado. Lo contrario sucede cuando son altas.
Sin embargo, esta relación no siempre se cumple. En ocasiones, altas tasas generan más problemas que beneficios. El principal surge cuando las altas tasas provocan una crisis económica y los clientes de los bancos dejan de pagarles. En este caso, los costos de un mayor spread pueden superar los beneficios. Esto fue en gran medida lo que sucedió en la terrible crisis financiera de 2008. Por fortuna, hasta ahora no es lo que aflige a la banca.
Otra serie de problemas surge cuando los préstamos de los bancos son a largo plazo y se tienen que revalorar por las altas tasas. Esto es lo que provocó la quiebra del SVB (su cartera estaba compuesta en su mayoría de bonos del Tesoro de largo plazo) y sembró dudas en los inversionistas sobre la salud del sistema financiero. Algunos analistas estiman que los bancos tendrían que ajustar sus carteras de largo plazo por un monto 1.5x mayor al PIB anual de México para reflejar el impacto del aumento de tasas de interés. De aquí la preocupación.
El miedo es el peor enemigo del sector financiero. Para evitar que se convirtiera en pánico, el gobierno de EU tuvo que intervenir Signature Bank y otorgar una garantía de facto a todos los depósitos de su sistema bancario, sin importar el monto (en teoría el tope es 250 mil dólares). Por su parte, el gobierno de Suiza tuvo que forzar un matrimonio entre Credit Suisse y UBS y ofrecer 280 mil millones de dólares para apoyar su sistema.
Muchos culpan a los bancos centrales y, en particular, a la Reserva Federal de la actual turbulencia por mantener por tanto tiempo las tasas de interés cercanas a cero; es decir, por prácticamente eliminar el costo del dinero. Una política así fomenta la toma de riesgos, en ocasiones de manera irresponsable. Las consecuencias las estamos viendo en la banca y estoy seguro de que las veremos cada vez más en otros sectores con empresas muy endeudadas. No es fácil adaptarse a un incremento de tasas tan repentino y pronunciado.
Con todo y la quiebra de algunos bancos, la situación pinta mejor que 2008. En México el sistema financiero parece sólido. Hay que esperar que las tasas no suban mucho más y que los ahorradores mantengan la calma.