Están los libros nuevos, como Historias del 68, de Leñero, que logra un género mestizo entre crónica, historia, teatro y guion cinematográfico; la novela de Fabrizio Mejía, Esa luz que nos deslumbra; o el de Sergio Aguayo, El 68. Los estudiantes, el presidente y la CIA. Están las reediciones de libros como los de Gilberto Guevara o Los días y los años, de González de Alba. Está desde luego La noche de Tlatelolco de Poniatowska. Está ese segundo aire de Rojo amanecer, la película de Jorge Fons, de la que ahora sabemos que fue filmada medio en secreto y estrenada un poco por milagro, el 89, en ese México todavía muy censor. Está la serie de Tv UNAM.
Y está Un extraño enemigo, que se avienta la apuesta de contar la historia de esos meses terribles y promisorios, el verano sesentayochero que culminó en Tlatelolco, desde la perspectiva de los servicios de inteligencia. Producida por Televisa para verse en Amazon Prime, dirigida por Gabriel Ripstein, de la serie, que empieza su recorrido hoy, en el medio siglo de aquella carnicería (se liberaron los primeros capítulos, que serán ocho), sabemos que tiene mucho de retrato coral: figuran lo mismo el inquietantemente verosímil Díaz Ordaz, que el atravesado secretario de Gobernación, Echeverría, que integrantes del movimiento estudiantil que luego ya no sabemos si lo son, por aquello de los infiltrados. Pero el centro de la historia está donde está Fernando Barrientos, jefe del espionaje mexicano, un hombre impecablemente vestido, educadísimo, copetillo y bigote necesarios, en torno al que gira la gran conspiración que explica aquel momento de la historia. Un hombre en el que, sí, es fácil reconocer a Fernando Gutiérrez Barrios, el hombre que detuvo a Fidel Castro, el que fue su amigo si Fidel tuviera amigos, el que colaboró con la CIA, el del 68 y la guerra sucia. El gran conspirador.
Y es que la lectura complotista de la historia no funciona ni en la academia ni en el periodismo, pero —de House of Cards a The West Wing— es indispensable para hacer cualquier cosa que se parezca a un thriller político televisivo, y de lo que hablamos aquí es de televisión. De televisión, además, hecha con unos estándares que todavía hoy son infrecuentes. Con fuerza visual, con Daniel Giménez Cacho dándose vuelo en el papel de don Fer, con sinuosidades psicológicas como las que se esperan en una buena historia de espías, Un extraño enemigo ofrece una mirada única del 68, y al hacerlo nos confirma que en México la tv se mueve hacia donde es debido. Enhorabuena.
‘Un extraño enemigo’
- Malos modos
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Julio Patán
Ciudad de México /