Cultura

Mafalda y la burocracia del tiempo

Mafalda, amiga del dibujante Quino, lectora y escucha de los noticiosos, como el que conduzco todas las tardes, de 7 a 8, en el 95.9 FM “Éxtasis Digital” en Radiorama Bajío, jugadora de ajedrez, entre otras cosas, me pilló revisando la historia local y mundial —inédita, por cierto— a partir de su vida, en un volumen hecho por Kuki Miller y Daniel Divinski para Ediciones de la Flor en 1988 que adquirí por curiosidad para escudriñar figuras y figuraciones sin posibilidad, ¡qué mejor!, para entrar al psicoanálisis.

Al indagar las andanzas de M., una “heroína iracunda que rechaza al mundo tal cual es... reivindicando su derecho a seguir siendo una niña que no requiere hacerse cargo de un universo adulterado por los padres” (Umberto Eco, dixit) sobrevino, la sorpresa al escuchar a la pequeña decirme: «¡Grandulón! ¡Leyendo historietas, ahí!»

Yo, en verdad, me sentí abrumado por la intervención astuta in situ de Mafalda que, literalmente insisto, dio un golpe verbal y eché a reír primero... Después apareció una página en blanco que permitió reposar mi encantamiento para cambiar la iluminación del estudio.

Luego, una radiante Luna, admito es la misma que vi en el capítulo IV. La emboscada —versión en cómic— de El capitán Alatriste (De Bolsillo, 2005) de Arturo Pérez-Reverte con guion de Carlos Jiménez y dibujos de Joan Mundet, llegó y alumbró con intensidad el lugar y dio paso a unos versos de Ezra Pound: “And even I can remember[y puedo hasta recordar] / A day when the historians left in their writings [un día en que los historiadores dejaron blancosen sus escritos] / I mean for things they didn’t know[quiero decir para las cosas que no sabían]”.

Dichos espacios figuran, en efecto, para quien sepa de ellos y pueda aprovecharlos y, formar una línea de visión, su línea de visión.

Esta línea de… me lleva a considerar que la escultura de M. hecha por el artista Pablo Irrgang, es una alternativa generosa y sugerente cuando, y con este regreso a la idea primigenia, veo a la pequeña M. —que siendo tan pesimista (ella) en un problema tan grave como el que no haya paz, crea en los Reyes Magos— asomada por la ventana y observe a la Luna y le recomiende: «Yo que vos, empezaría ya a tomar “Nervo-calm”».

Y luego llega Manuel Goreiro, Manolito —gran promotor del almacén de don Manolo, su padre— que dice: «¡Animarse a caminar por la Luna! ¡Qué tipo sensacional este Louis Armstrong!».El equívoco y doblemente musical elogio de Manolito, confunde al popular trompetista con el cosmonauta Neil Armstrong, me lleva a repensar por qué luego de tantos años M. es tan popular si el almanaque es la burocracia del tiempo, dice ella.

Juancarlos Porras

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Juan Carlos Porras
  • Juan Carlos Porras
  • Editor fundador de Grupo Ochocientos y actual director del Centro de Investigación y Estudios Literarios de León (CIEL-LEÓN).
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