Cultura

Ensayo sobre la gran novela 2

Si bien el aprecio de Rulfo por Bachimba de Rafael F. Muñoz como “la mejor obra escrita sobre la Revolución” mexicana nos lleva a pensar, claro, en la lectura de la obra por parte de quien sabe de la perspectiva de trabajo ya que fundamenta su quehacer en la metaficción. Es decir, trabaja a la sombra de otras novelas. Allí tenemos a Pedro Páramo donde desarrolla todo un virtuosismo del género pues encuentra la emoción y la fuerza de los personajes que abren su rincón más íntimo para declarar lo infinito, y a su vez omnisciente, del ser humano.  En el caso de La fuga de la quimera de Carlos González Peña se inscribe al movimiento literario de la Revolución con esta valiosa novela donde “mezcló varias intenciones y una firme pasión. Se propuso trasplantar a tierras mexicanas una tragedia griega: la de Fedra, la madrastra, que se enamora de Hipólito, el hijastro. Así, don Carlos narra los amores adúlteros de Sofía y Jorge, quienes empujados por consideraciones naturalistas pisotean y destruyen con su conducta el pequeño mundo del cual forman parte: el rico comerciante Miguel Bringas y el de Julia, su hija y a la vez prometida de Jorge”. (Emmanuel Carballo, Prólogo, 1986). Por supuesto que, “en un segundo plano, González Peña deja correr una pasión que lo ha acompañado desde la infancia: su amor por Lagos de Moreno, Jalisco, el pueblo en que nació y en el que se hizo novelista. Allí aprendió a conocer el alma humana y a gozar el cambiante mundo externo en que ésta se mueve. Allí ubica don Carlos el paraíso terrenal: el alto en el camino donde se curan las pasiones del corazón y se recupera la salud del cuerpo”. Qué razón tiene Emmanuel Carballo al señalar lo anterior pues nos ayuda a comprender la formación tradicionalista del narrador que no quiso, (ni pudo), ser de vanguardia. Entonces los senderos de la gran novela nos llevan desde siempre a la mejor exploración, hablamos de lectura, “por los estudiantes y los estudiosos de las letras patrias”. En la historia literaria nuestra, necesaria y bien leída con honradez intelectual debemos siempre valorar la personalidad literaria para entender mejor el quehacer novelístico. La única verdad en la literatura es la voz, inevitable, del narrador que, yuxtapuesta, con los biografiados, permitamos esta acepción, llenos de matices, nos dotan de un mundo donde la emanación de la vida es abierta, imprecisa, con una dimensión de pensamiento que hiere al tiempo. Claridad suave donde el volumen del misterio tiene pasión y esperanza. Química turbulenta pero contralada, al fin y al cabo.No por nada González Peña se refirió al Pensador Mexicano Fernández de Lizardi primero como mal novelista y después mesuró su postura.

Juancarlos Porras


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Juan Carlos Porras
  • Juan Carlos Porras
  • Editor fundador de Grupo Ochocientos y actual director del Centro de Investigación y Estudios Literarios de León (CIEL-LEÓN).
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