Dentro de todo el caudal de malas noticias en las últimas semanas, parece que un rayo de luz asoma por la ventana de estas atribuladas economías dentro de la cual se inserta México.
Nos ha llovido sobre mojado. La economía no solo no creció en 2019 sino que decreció y para este año las noticias no son muy halagüeñas que digamos. Llamémosle o no recesión, la realidad es que estamos paralizados. No hay inversiones suficientes en el país y los pocos que se atreven como el que sería el nuevo aeropuerto lo tumbaron y lo inundaron. Recientemente Constellation Brands, poseedora de la marca mexicana de cerveza más famosa de México, anunció una inversión millonaria para su planta cervecera en Mexicali y está en riesgo porque al igual que el aeropuerto, se le someta esas encuestas ilegales y marrulleras para tumbarla. ¡Así no se puede!
¿Cómo arriesgarse a invertir con reglas de juego escritas de forma clara, pero sujetas al arbitrio de quien ostenta el poder? ¿Como conseguimos crecer sin inversión y sin confianza?
Crecimiento nulo, precios del petróleo desplomándose, coronavirus creciente, inversiones detenidas, ¡vaya escenario!
Por suerte, una de las pocas noticias positivas es que ya Canadá, el último país que faltaba por que su Parlamento aprobara el T-Mec ya lo hizo el pasado viernes 13 y solo falta la anuencia de la gobernadora general para que, a partir de ahí, corra el plazo de tres meses para su entrada en vigor, lo cual se esperaría que fuera a partir del 1 de julio del presente año.
El coronavirus dará una oportunidad inmejorable a este gobierno para tener el argumento perfecto del porqué nos va mal; hasta pareciera que las medidas sanitarias tardías fueran a propósito para buscar esas nefastas razones. Sé que no, pero pareciera.
