La misma noche en la que Messi, la joya más grande encontrada en una cantera, recibió su séptimo Balón de Oro, un chico que está siendo formado en el mismo código postal fue elegido el mejor futbolista menor de 21 años del mundo.
El camino que el Barça recorrió entre Messi y Pedri demuestra que la cantera es un recurso renovable. A este par de reconocimientos sumemos el de Alexia Putellas, Balón de Oro también, que, aunque no fue formada en La Masía, su brillante trayectoria con el Barça permite deducir que en este Club siguen buscando y encontrando talento por todos lados. Cada vez que hablamos de esta clase de futbolistas nos fijamos en su juego y sus títulos, pero nunca nos detenemos a pensar quién los detectó, dónde los prepararon y cómo los cuidaron. Es más difícil encontrar un Messi que criarlo. Pero ese trabajo silencioso e invisible que hacen los hombres y mujeres que trabajan las canteras, es lo que de verdad consigue que sigan naciendo estrellas. Cuando vemos la obra terminada no caemos en la cuenta de la cantidad de sabiduría, paciencia y conciencia deportiva que se debe tener, para continuar formando jugadores.
Invertir en maestros, técnicos, metodólogos, ojeadores y entrenadores de categorías menores y sus estructuras, jamás será un gasto. Todo lo contrario, si en este momento alguien piensa dónde y cuándo nacerán los próximos Messi, Alexia o Pedri, deberá mirar a aquellas instituciones que durante años se han dedicado a trabajar con determinación y cariño en los jóvenes. Hemos responsabilizado a Messi de los grandes éxitos del Barça, y es cierto, su talento es único, pero en su nacimiento, crecimiento y estallido como futbolista, siempre hubo un grupo de especialistas que con una enorme vocación acompañaron cada paso en su carrera desde el día que llegó. Criar al más grande, entrenar a la más grande y formar al más pequeño de los grandes, es difícil de igualar.
José Ramón Fernández Gutiérrez De Quevedo
