El cartujo eleva una oración por la inocencia de Julio Scherer Ibarra, al cual se atribuyen conductas inapropiadas cuando se desempeñaba como consejero jurídico de la presidencia de la República. En octubre de 2021 fue incluido en la lista de mexicanos con inversiones en paraísos fiscales y hace unos días trascendió una investigación de la FGR en contra de dos despachos de abogados ligados a él, “por extorsión, tráfico de influencias, lavado de dinero y asociación delictuosa”, según Mario Maldonado en El Universal.
Ojalá nada ni nadie manche su reputación y pueda disfrutar su fortuna lejos del gobierno, donde, ignorando la sentencia bíblica: “quien siembra vientos cosecha tempestades” (Oseas, 8:7), cultivó con ahínco enemigos a quienes —dicen los enterados— solo detiene el respeto o el miedo a López Obrador para lanzarse a fondo contra él.
Pocos tan cercanos al corazón del Presidente como Scherer Ibarra. El 2 de septiembre de 2021, cuando en Palacio Nacional confirmó el rumor de su salida, dijo: “Julio es como mi hermano, nos ha ayudado mucho, él es parte de este proceso de transformación. En el tiempo que se desempeñó como consejero, se hizo cargo de elaborar las iniciativas de reforma a la Constitución (entre ellas la concerniente al combate a la corrupción) para ajustar el marco jurídico a nuestro proyecto de transformación”.
Para el primer mandatario sería demoledor corroborar las sospechas sobre su querido amigo; otra vez, como sucedió cuando era jefe de Gobierno del Distrito Federal, uno de sus más cercanos colaboradores mancharía la pregonada honestidad de su administración. Y si ahora, con el escándalo de la casa en Houston de su hijo José Ramón, quien tiene derecho a vivir como quiera y pueda mientras no incurra en tráfico de influencias, está de muy mal humor, al grado de embestir furibundo a quienes desde el periodismo revelaron el asunto y de enturbiar las relaciones con Panamá y España, el monje no quiere imaginarlo si Scherer Ibarra resulta responsable de algún o algunos ilícitos. Capaz y le declara la guerra a Estados Unidos. Dios nos agarre confesados.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
José Luis Martínez S.