Cuando en el caso de haber logrado que un taxi haga parada, y conste que lo que motiva esta azarosa croniquilla no es asunto cachondo, el cronista oye, de parte del taxista, la frasecita con la que éste justifica su frecuente pasar de largo con la frase "con permiso, voy a mi arbolito", sabe muy bien (¡ya era hora de que algo supiera!) que el segundo personaje no se excusa porque va hacia un pequeño árbol, sino que tiene en ese momento la urgida necesidad de "miar", es decir de mear, accidente o incidente común a todos los seres humanos, incluidos cronistas y taxistas (a quienes algunos lectores consideran despectivamente como meros bichos raros... y algunos lo son, pa'que más que la mera verdá, como diría el gatito obrero de la canción de Cricrí).
El asunto a elucidar (si hay asunto) no es que cada taxista resulta tan meón como cualquier ciudadano o que sea poseedor de un árbol chiquito, y el caso vino aquí a cuento no de nada que adjetivemos como asunto racional, sino que, preocupado como sin duda está por la creciente desaparición de lo vegetal en esta ciudad de vocación antiarbórea, quiso el susodicho mostrase de buen humor, y tal vez lo logró en modo del humor gris tirando hacia lo negro, visible efecto de la melancolía crónica de este escridorcillo que lleva un titipuchal de noches debatiendo contra el insomnio, y en tal lucha ha salido perdedor. Pero si un lector se pone exigante, como es su derecho, digamos el cronisa y el inson que la cronilla surgó frd esta noticia.
"Un largo tramo de la Línea 2 del Metrobús está interrumpido en el de Tacubaya-Amores, debido a la caída de un árbol, por lo que autoridades capitalinas pidieron a los usuarios tomar las precauciones necesarias, la primera de las cuales consiste en no caminar por ahí."
