La fábrica de sueños se ha ido convirtiendo en la caja de pesadillas.
Así es, vertiginosamente, las novelas rosa que recreaban eternamente la historia de Cenicienta han desaparecido de las pantallas de tv, para dar paso a truculentos culebrones donde se muestra el estilo de vida del Patrón Pablo Escobar o del Señor de los Cielos.
Más de lo mismo que vemos en los noticieros: secuestros, asesinatos, policías corruptos, prostitutas de alto standing, ranchos y mansiones de ensueño, armas, armas de todo tipo.
Este fenómeno mediático se ha convertido en un éxito y una moda. Al grado que en todas las cadenas nacionales y en todos los sitios de paga de la televisión, las narcoseries dominan.
Así, el crimen, que ya ocupa un lugar amenazante en la vida cotidiana de millones de compatriotas, ahora salta a ocupar también, las horas de esparcimiento. ¿Quién nos podrá dar luz sobre éste desconcertante fenómeno?
Pero el tema de ésta columna es el de recomendar alguna lectura para vacaciones. Y para estar también al estilo, me permito presentar la mejor narcoliteratura.
Se trata de la autobiografía —no ficción— de Popeye, alías de Jhon Jairo Velázquez, sicario de Pablo Escobar, editado por Harper Collins Español, 2016.
La vida de Popeye, bien relatada y escrita, nos muestra las motivaciones, emociones y aventuras de un asesino confeso de más de 250 personas. Que atentó contra la vida del presidente de Colombia, participó en la muerte de un procurador de la República, un ministro de Justicia, varios candidatos a la presidencia y personas cercanas a su entorno. Que estuvo 23 años en las cárceles más sórdidas, en conflicto con las mafias, y ha tenido la suerte de salir vivo para contarlo.
Una vida, seguramente similar a la de otros miles de jóvenes latinoamericanos, que ante la falta de oportunidades y la corrupción generalizada, deciden jugarse la vida para experimentar la narcopulencia.
Sí usted quiere asomarse a esa terrible realidad, nada más atractivo que la vida de Popeye. El Lazarillo de Tormes o El Periquillo Sarniento de Siglo XXI.
