Política

Las dictaduras de la democracia

  • Cartas de América
  • Las dictaduras de la democracia
  • Jorge Luis Fuentes Carranza

No es lo mismo juzgar el gobierno de un indígena en América del sur que el encabezado por un blanco en una democracia “consolidada”, sin duda. Durante el siglo XX pasó por los despachos presidenciales del mundo occidental en su hemisferio norte, más de un mandatario que se quedó ahí por un largo tiempo sin que ello implicara que se le calificara de dictador.

Por ejemplo, en los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt ocupó el despacho oval, ¡durante doce años!; interrumpidos sólo por su muerte antes de que cumpliera los dieciseis años para los que había sido electo. El mundo lo recuerda por sus logros al enfrentar una crisis económica y la Segunda Guerra Mundial, y no como un dictador. ¿Algo habrá tenido que ver que fue un hombre blanco y sumamente rico, heredero de un apellido holandés con más de doscientos años en la historia de la “primera democracia del mundo”?

De 1981 a 1995 François Mitterrand fue presidente de Francia después de una larga lucha de tres décadas, hasta alcanzar el cargo en el que durante catorce años emprendió una serie de reformas sociales que dieron derechos a las mayorías francesas frente al capital. Dentro y fuera de Francia fue conocido y reconocido como un buen gobernante, nunca como un dictador. Murió con honores.

En la naciente España que después del dictador Franco pareció volver a nacer, un joven socialista de nombre Felipe González se hizo de la presidencia por un periodo tan largo, que en la primera campaña le pintaron canas para hacerlo parecer mayor, y en la última, se las quitaron para que no lo pareciera tanto. Gobernó su país de 1982 a 1996 e instaló a España dentro de las naciones consideradas democráticas por las otras bien portadas de la época. Ni por asomo, fue un dictador para algún analista, académico o líder político de entonces o de ahora.

Los tres personajes vivieron tiempos reformadores, los hicieron, incluso. Las circunstancias los obligaron a dar pasos largos que en algunos casos aún perduran y consiguieron con ello legitimarse ante su población que los votó en más de una ocasión.

Esta clase de tiempos reformadores viven en la época actual de los gobiernos de Ecuador y Bolivia. Tiempos de cambio obligado que consiguen enfrentar yendo adelante de los retos pequeños para estar a la altura de los importantes. Ambos han encabezado un proceso constituyente casi después de su primer mandato gracias a su bien ganada legitimidad que les ha permitido un marco normativo para llevar a cabo los cambios sustanciales que ningún “dictador” del siglo pasado siquiera imaginó.

El primero, Rafael Correa, llegó por primera vez en el 2007 y no ha cumplido una década en el cargo con su Revolución Ciudadana, como denominó a su movimiento social desde el poder. Cuando llegó, en 2007, solo el 22% de los ecuatorianos creían que la distribución de la riqueza era justa, ahora, en 2015, 49% cree que lo es (http://goo.gl/Mq0Y2T); y, en el mismo periodo la satisfacción de los ciudadanos en la democracia pasó de 22 a 60 por ciento (Ibídem).

Con diez años en el cargo desde enero de 2006, Evo Morales Ayma, indígena aymara y dirigente cocalero será presidente de Bolivia hasta el 2020, gracias al mandato popular que le brindó el pueblo con 61.36% de los votos en su más reciente postulación, más del doble de lo obtenido por el segundo lugar.

Evo ha conseguido un crecimiento económico impresionante, envidiable para la mayoría de las realidades de mundo democrático occidental: “desde que gobierna, el PIB boliviano ha crecido más que en las tres últimas décadas, a un promedio del 5,2%”. (http://goo.gl/lrwZYV). Incluso, el informe sobre Bolivia de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos presenta indicadores sociales relevantes como que: “se apreciaron avances en cuanto al goce de los derechos económicos, sociales y culturales. Los índices de pobreza y extrema pobreza disminuyeron. El país superó los Objetivos de Desarrollo del Notivox respecto al derecho al agua potable, dos años antes del plazo, y la tasa de abandono escolar en el nivel primario siguió reduciéndose”. (http://goo.gl/tE4eJv).

Por ello es alentador que en una democracia en consolidación como lo boliviana, además de los avances citados, quede claro que el presidente puede perder un referéndum que le permitiría cambiar la constitución con los legisladores que ganó en una elección anterior, y simplemente aceptar el resultado. Como cualquier demócrata que se precie de predicar con el ejemplo.

Pero alto, aún así algunos sectores afirman que ambos gobernantes son “dictadores” por el tiempo que se han mantenido ahí, por lo que deben recibir lecciones democráticas e intervenciones políticas y económicas que permitan volver al estado de “libertades” existentes cuando sus pueblos no tenían otro camino que el de ser pobres, explotados y dominados.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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