El poder no teme a la izquierda, el poder teme al pueblo.
Pablo Iglesias
Pablo consiguió alzar el nombre de Podemos con el suyo delante gracias al manejo mediático, estridente, demoledor y lúcido que le caracteriza, y así, aprovechar una coyuntura que de saque, les llevó al parlamento europeo.
Iñigo, ahora, trata de materializar (en el sentido literal de hacer materia algo que no lo es) el resultado para así poder ser una opción que consiga atravesar elecciones sin sufrir, un día, una derrota tan sorprendente como lo fue su primer o segundo zarpazo electoral.
Para ello, además de la continuidad de la figura de Pablo como disertador, arengador y excelente tribuno, Podemos necesita fijar una postura de largo alcance, ya que la coyuntura de arranque no los metió a la Moncloa.
Una postura que acompañe a una materialización estructural que consiga sobrevivir, tanto los embates connaturales a su situación de izquierda por parte de la derecha; como aquéllos que ellos mismos se propinan, por ser de izquierda (si en verdad lo son, de lo contrario, no habría discusión, y la izquierda discute, analiza y debate, sin que en ello se le vaya el propio motivo de la discusión).
En contraste, Andrés Manuel forja su postura mediática tranquilizando a los probables derrotados, pretendiendo, al menos, neutralizarlos. Que no cunda el pánico entre los beneficiados de siempre. No son los mismos los poderosos de México que los de España, aunque se parecen muchísimo.
"A los poderosos ya les damos miedo, ese no es el reto. Lo es seducir a la parte de nuestro pueblo que sufre pero aún no confía en nosotros", dice en un tuit Iñigo Errejón el 20 de septiembre (@ierrejon). El anuncio de que no habrá cacería de brujas es para evitar, aquí en México, ese miedo, entre los poderesos de acá, que transmiten su miedo a quienes no son poderosos, a sus guardianes.
La contestación de Pablo vino por el mismo medio y deja ver las diferencias: "Sí compañero @ierrejon pero en Junio (sic) dejamos de seducir a 1 millón de personas. Hablando claro y siendo diferentes seducimos más". Las diferencias son entre ellos y nosotros, no tanto entre ellos.
Como se ve, Pablo no configura la irregularidad de la alianza con la Izquierda Unida o la eficiente comunicación que en la segunda campaña tuvo Pedro Sánchez, menos aún, el miedo a la inestabilidad despúes del triunfo del Brexit que llevó a muchos de vuelta al Partido Popular, como los motivos de ese millón menos.
En cambio, Andrés Manuel arribó hace tiempo, su propósito es vencer miedos, no provocarlos, las simpatías posibles ya las tiene.
Pero sabiendo que tiene que acompañar a su figura de una mínima estructura que reste el ataque artero, constante y mentiroso entre una sociedad que no diserta sobre matices ideológicos, sino sobre inclinaciones personales.
Aquí se discute lo elemental: seguridad, empleo, corrupción (recientemente), servicios públicos, etc. No se discute sobre derechos colectivos, impuestos que equilibren a la sociedad o educación pública y de calidad (habrá líderes tuiteros o facebokeros que en redes lo hagan, ese debate no está en territorio, ilusos).
Una sociedad que además, es altamente corrompible; tanto por la necesidad, que le quita al pobre su derecho a votar por imponerles la oportunidad de comer un par de días; como por la afición (al fraude mismo, lo trae el régimen en la sangre) a la trampa y la degradación democrática que tenemos entre los actores que se involucran en una campaña y otra desde hace mucho.
Por ello, Podemos y Andrés Manuel juegan rutas y tiempos distintos.
Podemos entró pero no han ganado; y su reto, es no salir para un día ganar, dándole continuidad a un proyecto que pueda reemplazar, eventualmente, a una persona o grupo de ellas.
Andrés Manuel solo se ha planteado una opción: entrar y ganar.
La postura creada es para eso y la estructura en creación, sólo para eso servirá.
Además de las anteriores, una de las distinciones que lleva a las rutas y tiempos diversos son las siguientes: un régimen tenuemente democrático que impide ir poco a poco, porque te aniquilan (allá no son tan drásticos); y dos, que aquí las mayorías las tienes a partir de convertirte en la primera minoría el mismo día, sin negociaciones parlamentarias. Tan simple como distinguir entre una monorquía parlamentaria y un estado presidencialista por excelencia.
En cualquier caso, entrando y ganando, o no; habrá que forjar la postura y la estructura que releve a quien agrupa las mentes, que allá, se dividen en dos o tres, o cinco. Pero eso, será tarea que arrecie hasta el día después del primer domingo de junio del año 2018.
Ya que con independencia de lo que pueda pasar después de ese día, hoy, la misión es la planteada por Pablo: "Para una vez que tenemos la oportunidad de ganar, es fundamental que no repitamos lo que nos hizo perder".