Durante esta cuarentena muchos hemos encontrado mayor tiempo disponible para poder estar al día en aquella lectura que teníamos pendiente.
Con particular expectación aguardaba los primeros días de septiembre para adentrarme en la recopilación de artículos de David Wallace Foster sobre tenis aprovechando el marco del US Open. No ha sido en absoluto decepcionante. La exquisita capacidad de detalle que tenía para describir su entorno me trasladó por completo 25 años al pasado, a la edición de 1995, cuando Pete Sampras estaba en su apogeo, a tal grado, que la confianza en su juego llevó a Foster a dejar su asiento en el área de prensa para adentrarse en el superficial y capitalista mundo que rodea a un Grand Slam.
"Democracia y Comercio en el US Open" es el artículo en cuestión dentro de la compilación de ensayos String Theory, que tengo en mi colección. En realidad, me sorprende lo poco que habla de tenis en esta pieza en particular. Lo relevante me parece radica en cómo Wallace describe la transformación ya imposible de frenar de la industria deportiva como plataforma de concesiones. A través de una caminata por el complejo en Flushing Meadows, abarrotado en aquellos días de tercera ronda por más de 40 mil personas, entendemos cómo el comercio había acaparado cada metro cuadrado del USTA National Tennis Center y aquel cuadro no podía encajar mejor con el prototipo del neoyorquino noventero.
¿Cómo podríamos saber si no fuera por este texto que en el 95 el souvenir más popular del US Open fue una banda blanca para la cabeza de Nike? El paisaje, clima, olores, comida, nada de aquella burbuja escapó a su pluma. Un periodismo puro, consecuencia de su natural necesidad de observarlo todo.
Si en verdad son apasionados a este deporte no puede faltar en su lectura también el perfil sobre Roger Federer, el mejor ensayo de tenis jamás escrito. Su filosofía y reflexiones sobre el yo en gran parte de su trabajo es plasmado también en este deporte, donde justamente mentalmente uno depende más de sí mismo.
No lo digo solo yo, pero es quizá el mejor autor de tenis que ha existido, y así como no va a existir otro Federer, no existirá otro Wallace para retratarlo. DFW se quitó la vida el 12 septiembre de 2008 poco después de la final del US Open, donde Su Majestad se coronó.
Son 12 años en que el deporte que amó ha evolucionado, pero su entorno no ha cambiado del todo. De no ser por la pandemia, el US Open sería como ir a un centro comercial con la casualidad de tener canchas de tenis por ahí.