La oposición acusa al presidente de México de polarizar a la sociedad mexicana, lo cual es falso pues la división ha existido en México siempre.
Desde el inicio del proceso de independencia, incluso una de las causas de la misma, fue la gran polarización que existía en la población en esa época. En 1810 habían en México seis millones de habitantes de los cuales una pequeña minoría de quince mil personas eran españoles y también eran los que disfrutaban de los mejores cargos públicos y de los ingresos más redituables. Eran seguidos por un millón de criollos que ambicionaban los cargos e ingresos de los peninsulares y cinco millones de indígenas, mestizos, negros y mulatos marginados y explotados.
Hoy como antes, como siempre, la gran división que se presenta no sólo en México sino en el mundo entero se resume en una sola palabra, la desigualdad.
La desigualdad que ha existido siempre fue acrecentada enormemente como producto de la imposición del sistema neoliberal en México y en el mundo. Inicia este sistema en Chile con el golpe de Estado al presidente democráticamente electo Salvador Allende en 1973 por Augusto Pinochet auspiciado por Estados Unidos y en el mundo en general con la caída del muro de Berlín en 1989.
El desmoronamiento del muro de Berlín significó el fracaso del sistema socialista practicado en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, pero también del mismo modo motivó la desaparición del sistema de Estado de Bienestar puesto en marcha en Estados Unidos por el presidente Roosevelt justamente para hacer contrapeso al sistema socialista, brotando en lugar de ambos el sistema neoliberal que no es otra cosa que un sistema de capitalismo salvaje, de sálvese el que pueda, en donde sobrevive el más fuerte.
Este sistema neoliberal tenía como premisas fundamentales el dominio de las reglas del mercado y la no intervención del Estado, con apertura de fronteras a mercancías, materias primas y recursos financieros, más no así de personas, para hacer del planeta entero un mercado global dando lugar, al eliminar la regulación gubernamental y el compromiso y responsabilidad de los Estados de velar por el bienestar de sus pueblos, a una competencia brutal a nivel mundial en donde sólo las más grandes corporaciones podrían sobrevivir a costa de la eliminación de un gran número de pequeños y medianos comerciantes.
Así, como resultado del sistema neoliberal se dio en México y en el mundo una gigantesca desigualdad.
De acuerdo con el Reporte Mundial sobre Desigualdad 2022, el diez por ciento de la población tiene el ochenta por ciento de la riqueza mientras la población más pobre tienen sólo el dos por ciento. Durante la época neoliberal, a partir de 1990 el uno por ciento de la población más rica del mundo capturó el 38% de la riqueza creada desde entonces, mientras el cincuenta por ciento más pobre captó sólo el 2%. En el mundo, 26 personas tienen más riqueza que la mitad de la humanidad y en México, una sola persona tiene más dinero y riquezas que la mitad de todos los mexicanos.
Esta desigualdad se incrementa entre países, en donde América Latina fue la región más afectada en este sistema, y además al interior también se incrementa la desigualdad por cuestiones de género, de actitudes racistas, clasistas y discriminatorias de todo tipo.
Todo lo que nos permite afirmar que la división actual obedece a la gran desigualdad exacerbada por el sistema neoliberal y que incluso el actual gobierno federal, y el proyecto de nación establecido por la 4T intenta abolir o por lo menos disminuir, a través del restablecimiento del Estado de Bienestar, de una mejor distribución de la riqueza por diversos medios como programas sociales, gastos de transferencia a las personas más necesitadas, libertad sindical auténtica para negociación efectiva de contratos colectivos de trabajo, recuperación real del salario mínimo, otorgamiento de prestaciones más justas como la ampliación de vacaciones, y proponiendo, y comprometiéndose públicamente a desarrollar un sistema de salud pública de primer nivel, además de proponer una democracia auténtica, del gobierno de, por y para el pueblo.
En resumen, lo que en realidad sucede es que el presidente de la República promueve la eliminación de esa terrible y perniciosa desigualdad, mientras una minoría opositora pretende conservar sus privilegios a toda costa.
Mtro. Jesús Torres Gómez
Profesor de la Escuela Internacional de Derecho y Jurisprudencia