Estimado lector, las dos últimas semanas estuve “fuera del aire”. La tecnología suele jugarnos bromas de mal gusto. Sin aviso previo el servidor falló y me envió sin miramientos al ostracismo cibernético durante quince días. Afortunadamente el percance se resolvió.
En otro tema
A principios de 2020 un malévolo virus se coló inesperadamente en todos los rincones del planeta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) precisó que se trataba de una pandemia. Propuso usar el cubre-bocas para evitar su propagación.
El uso de ese adminiculo se volvió obligatorio en todo el mundo. De la noche a la mañana se produjeron múltiples diseños, algunos de ellos ingeniosos. Obligar a la población del orbe a usar cubre-bocas representaba un paliativo para evitar contagios.
Al cabo de casi 30 meses de uso cotidiano del incomodo adminiculo en lugares públicos, la semana pasada, los encargados de la salud en nuestro estado, dijeron: fuera Máscaras. De hecho fue el banderazo para que dejara de ser obligatorio el uso del cubre-bocas. Esto significó el regreso a la “normalidad” y a la convivencia sin máscaras entre parientes y amigos.
Desde el día 9 de mayo la gente (no toda), empezó a moverse en Jalisco sin temor a contagios. Se reanudó la asistencia a lugares públicos sin necesidad de máscaras. Así las cosas, el viernes 13 tuve el agrado de asistir a una exposición de pintura de mis queridos y admirados amigos: Juan Zufiaur y Balo Pulido. La exposición convocó a docenas de habituales a estos eventos de arte en Guadalajara.
Ese convivio me hizo renacer. De hecho se trató del anhelado reencuentro de un grupo de amigos, hombres y mujeres a quienes nos hermana el arte y sus consecuencias. Mediante esta inclinación ha surgido una sólida amistad entre nosotros.
Ese reencuentro fue refrescante. Además de brindar por el éxito de los expositores, bridamos por el hecho de estar vivos a pesar de las circunstancias, y por haber librado los últimos 30 meses sin afectaciones a nuestra salud; aunque desafortunadamente hubo un significativo número de víctimas mortales en nuestro país.
Jaime Marín