Cultura

Por una justa memoria

  • Columna de Inés Sáenz
  • Por una justa memoria
  • Inés Sáenz

Se ha zarandeado el avispero de la Historia. En un abrir y cerrar de ojos, se ha encogido la línea cronológica que mantenía una enorme distancia entre nuestros siglos.

El sacudimiento atraviesa océanos, cordilleras, y se replica en ecos de adhesión o de repulsa. Las voces se entremezclan, gritan y terminan por aturdirnos, sin ayudar a desenredar el nudo de la memoria.

¿Por dónde empezar? ¿Es posible añadir algo sensato a lo ya dicho en el río de memes, tuits y artículos periodísticos sobre la solicitud de disculpas de AMLO a la corona española? El que AMLO haya exigido una disculpa ha volteado las cosas de cabeza. La disculpa no se reclama, se ofrece. Recordemos los recientes actos de contrición de Trudeau y de Macron por la violencia perpetrada a los vencidos. No lo hicieron a título personal, sino en representación de los países que gobiernan. Sabemos que Felipe VI no fue Carlos V. La España de hoy poco tiene que ver con la alianza de reinos de esa época. Y México no era México.

Estamos obligados a estudiar el encontronazo de dos imperios implacables y a escuchar las voces de todas las partes.

Nos llegan voces disonantes: la segunda carta de relación de Hernán Cortés expresa una admiración sin precedentes por las tierras recién vistas. Las crónicas de soldados relatan escenas por demás crueles. Los testimonios de los frailes suplican un trato humano a las comunidades indígenas.

Europa no sería lo que es sin esta historia.

Las venas abiertas de América Latina modificaron para siempre la fortuna del viejo continente. Lo mismo podemos decir del paisaje y los pueblos de América.

México es lo que es por ese encuentro prodigioso y violento.Hoy, a casi 500 años de ese parteaguas histórico, se vuelve prácticamente imposible poner fronteras entre lo propio y lo ajeno. Aceptemos de una vez por todas: solo está lo nuestro. Los historiadores han hablado hasta el cansancio de nuestra doble herencia.

"Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras". Esto expresa el poeta Pablo Neruda al referirse a la conquista (lea su autobiografía Confieso que he vivido). Me gusta la frase de Neruda porque es una síntesis magistral de nuestro bagaje mixto, repleto y vacío a la vez.

Pensemos en la lengua, nuestro patrimonio común. México es hoy el país con más millones de hispanohablantes. Y desde México se ha enriquecido el caudal del español. El español no sería lo que es sin la obra de Octavio Paz, las novelas de Fernando del Paso, y los poemas de Sor Juana Inés de la Cruz.

Pero la herencia es también una red de agujeros, como reza un poema náhuatl de 1523. México ha sido también un país infame. Los mexicanos del virreinato, los mexicanos de la Independencia y la Reforma, los mexicanos del siglo XX y los mexicanos de hoy, tenemos una gran deuda con los pueblos originarios que hemos ignorado, arrinconado, precarizado y en algunos casos exterminado.

La gloria de nuestra civilización, su época dorada que tanto reclamamos en ambos lados del Atlántico, es -debemos reconocerlo- el lado luminoso de la barbarie que estuvo y está allí, acompañándola.

Lo dijo Walter Benjamin poco antes de morir, cuando expresaba su horror ante la violencia del nazismo: "Jamás se da un documento de cultura sin que lo sea a la vez de la barbarie". Los obeliscos de las plazas romanas, los arcos del triunfo, los museos de maravillas son también la expresión de un saqueo, de muchas muertes y ausencias.

Estoy convencida de que el perdón es una posibilidad. En lo personal, yo expreso un mea culpa y reconozco que mi modo de vida perpetúa una estructura anacrónica, anquilosada y excluyente.

Más allá de la anécdota que anima este artículo,estoy convencida de que sólo podremos tener derecho a otro futuro si miramos nuestro pasado bajo el prisma de la justa memoria.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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