Conflicto y encono social parecen ser las constantes en muchos países que actualmente atraviesan por situaciones de crisis ya sea social, política o económica. El escenario mundial se está convirtiendo en un almanaque de problemas parecieran tener en común la falta de intención de encontrar soluciones consensadas.
En una revisión rápida por las noticias vemos que en Venezuela continúa la crisis política y humanitaria; en Gran Bretaña, la Primera Ministra Theresa May sigue sin encontrar respaldo a sus propuestas para concretar el “Brexit”; y Donald Trump continúa con sus confrontaciones políticas y mantiene su propuesta de construir un muro en la frontera con México.
Volteando al centro de nuestro continente, en Nicaragua el régimen de Daniel Ortega endurece las medidas en contra de la prensa y sus adversarios políticos; mientras que en España, al Presidente de Gobierno Pedro Sánchez el Congreso le rechazó el presupuesto; y en México estamos atentos de una ya larga negociación en el Congreso de la Unión con la intención de aprobar la Guardia Nacional que ha propuesto el Gobierno Federal.
En todos estos casos, tenemos un factor en común que es como la polarización social y política ha llevado a que se radicalicen las posturas de los actores involucrados, con la consecuente parálisis que esto significa.
La cuestión de fondo es que, en una época donde la inmediatez de la información a través de las redes sociales hace cada vez más efímera la vigencia mediática de un tema, con claras intenciones políticas se paran las negociaciones. Si bien ante estas situaciones la población está entretenida con un show de confrontación política, la realidad es que la ausencia de diálogo, de negociaciones que concilien posturas y concreten acuerdos está dejando saldos que tarde o temprano van a repercutirnos a todos, ¿no cree Usted?
