En Tacubaya conoció a poetas del Movimiento Infrarrealistas, algunos de estos muy amigos suyos, en especial Mario Santiago Papasquiaro, a su vez íntimo de Roberto Bolaño, con quien fundó el grupo también conocido como Los Infra, además honrarlo con el nombre de Ulises Lima en Los detectives salvajes.
Las primeras líneas del presente texto se refieren a Víctor Manuel Navarro Bárcena, mejor conocido como Víctor M. Navarro, quien a la postre sería integrante de la corriente Poesía Sintética, que tuvieron como maestros, por citar dos, a Evodio Escalante y Alejandro Aura.
Eran otros tiempos en la Casa del Lago, centro cultural de la UNAM en el Bosque de Chapultepec, donde también recalaba El Llanero Solitito, un activista y teatrero que montaba sus obras y, desde esa especie de ruedo, disparaba vehementes discursos ante un variopinto auditorio.
Aquella fue una época, diferente y distante, que pasó a la historia con textos y anécdotas de generaciones curtidas en talleres literarios, como el ya mencionado, y el aprendizaje en aulas universitarias, como el propio Víctor M. Navarro, quien creció bajo la tutela de venerables maestros.
Por eso nos apersonamos en el quinto pasillo del mercado Cartagena, centro de Tacubaya, fundado en 1957, que antes fue Mercado de la luz, donde doña Josefina Vázquez Vera, abuela del poeta Navarrio, llega en 1935 y se instala en puestos de tenderete y madera.
El mismo lugar donde, décadas después, el heredero de Bonetería Rosita, puso una librería y una editorial con ese nombre.
—¿Qué recuerdas?
—Dicen que a mi madre, cuando tenía 6 años, la subían en un huacal y gritaba: “Medias a 20 centavos, medias a 20 centavos”. Cómo no iba yo a nacer con el goce de la palabra, sino que Rosita Bárcenas, mi madre, a los 6 años, 1942-43, estaba gritando “medias a 20 centavos”.
Y desde los 10 años de edad fue cuando Navarrio comenzó a vender prendas para niños en este mismo pasillo. “Y el lenguaje fue todo”, rememora con esa voz grave y aguardentosa. “En ese entonces, por medio de la palabra, yo les vendía pantaletas a las mujeres”, dice y lanza una carcajada.
Y es que un mercado es por sí mismo el lenguaje, el regateo, el chascarrillo, el diálogo, dice quien combina su oficio de poeta con el de periodista, promotor cultural y locutor. “Más que vender la mercancía vendes tu presencia, tu carácter de marchante”, señala de corrido.

Suspira y agrega:
“Hay que convencer a la gente. Porque al cliente le pedías 80 pesos por un suéter y él te decía: “No, señor, le voy a dar 40”. “Cómo me va a dar 40, ¿la mitad, quiere que le quite la mitad del suéter?” Entonces le empezabas a regatear, a dialogar, a reír”.
—Y después viene la poesía.
—Creo que el regateo es parte de la poesía, del periodismo y de lo que después las palabras me hicieron, a partir de esto, convertir en librería, uno de los puestos de mi señora madre.
—¿Y eso cuándo sucede?
—A ver, Rosita Bárcena se muere en 2004, se quedan cerrados los negocios, Bonetería Rosita, se quedan cerrada 6,7 años porque, como les digo una frase que acostumbro: “En vez de haber sido un comerciante exitoso del mercado Cartagena, fui un periodista que medio sobrevive pero, bueno, a cada quien le toda su destino”.
***
Josefina Vázquez Vera, Martha Bárcenas y Rosa Bárcenas (mi madre) fueron parte de las fundadoras del viejo mercado del barrio de Tacubaya, allá por 1945. Mercado de tenderete, después el Cartagena, donde un poeta que soy yo nació y creció con las palabras como cifra y asidero.
Desde niño me dediqué al comercio, vendía cobijitas y leía el Memín Pinguín, también Chanoc y Los Supermachos, entonces me dio por escribir y platicar. De allí los versos iniciales de Tacubaya revisited: El extraño placer de la palabra
Del canto a cualquier hora
La canción mágica con sabor a barrio…
Y a luego la escuela, secundaria del barrio, el CCH y la bendita UNAM, donde conocí a mis amigos de generación quienes hasta la fecha son periodistas, escritores, poetas, pintores y vagos irredentos. Me tomé en serio el periodismo, la literatura, el cine, la radio y la TV, tan en serio que me divierto contumaz haciendo un poco (y un mucho) de todo.

La UNAM, editorial OASIS, MANDALA creyeron en mi poesía, mi crónica y me han publicado libros.
Al igual que mis compañeros de la generación de los cincuenta he escrito en los principales diarios y revistas de nuestro entorno.
He abrevado de los tacos de suadero, de las tocadas en vecindades legendarias, del marchanteo, el tíbiri y el Siglo de Oro Español, me gusta la cumbia y el licor de la fábrica de Satanás. Leí a Blake, a Rimbaud, a Baudalaire, a Huerta, Becerra y Reyes con esmero y pasión. Con Arturo Trejo, Pepe Buil, Rafa Vargas Fer Figueroa Roberto D. Ortega, Alex, Manolo y otros albures infantiles fundamos el TAPOSÏN (Taller de Poesía Sintética).
Conviví, bebí y me agarré a guamazos con los Infrarrealistas, aún así hubo amistad fraterna con Mario Santiago, los hermanos Méndez, Pedro, Peguero, Catana y hemos cantado hasta el fondo del infierno musical.
No puedo concebir la vida sin el rock, el blues, Bach, Mozart, La Sonora Santanera, Javier Solís y Agustín Lara, adoro a la mujer en todos sus infinitos paraísos y devenires. Seguiré escribiendo poesía y degustando ron, las películas de los Hermanos Marx y los chocolatines de la panadería de la esquina.
Me cuesta trabajo creer en nuestra clase política, me parece patética e insufrible. Pero creo que tengo amigos y ganas de vivir.
El extraño placer de entregarnos vivos
Y recobrar en las palabras
El estado original la paz el llanto
La piedra el látigo la estrella
Cuando la comunicación entra por la piel y
Se impregna de todo lo posible…
***
El poeta Víctor M. Navarro vende libros cuyos autores van de los clásicos, hasta de sus amigos, como Arturo Trejo, ya fallecido, y del cineasta José Buil, entre otros. Además, en la parte de arriba del mercado, donde estuvo una guardería, tiene un canal de televisión por internet.
“Como librería —explica— me llegan muchas novedades, pero la tengo unida al canal de televisión, a una labor que hago de difusión cultural para la alcaldía Miguel Hidalgo y a un programa que se llama Letras y Libros”.
—¿Y qué presentas en el Canal?
—Letras y Libros presenta escritores y libros; promociono libros, hago comentarios, trato de hacerla desde Severo Mirón hasta Rafael Pérez Gay.
Y así fue como nació la librería del poeta Navarrio, quien campechanea su oficio de escritor, periodista, promotor cultural, librero, bohemio, locutor y lo que se acumule en este hombre de voz grave, ronca, quien suelta carcajadas y chascarrillos a la menor provocación.