En mi época universitaria fui miembro de un club de debate y participé en distintas competiciones de oratoria. Sin duda ésta fue una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido. Entre muchas otras habilidades aprendí a escuchar al interlocutor, a improvisar un discurso y a defender posturas con las que estaba en profundo desacuerdo.
Pero lo más importante que aprendí fue el dominio de las falacias de la lógica informal.En el campo de la lógica, una falacia es un argumento que parece ser válido pero que no lo es. Utilizando estos mecanismos retóricos se puede convencer con cierta facilidad a nuestros interlocutores.
Las falacias son usadas constantemente en los discursos políticos, en la publicidad e incluso en las conversaciones entre amigos.
Muchas veces se utilizan falacias de forma involuntaria. Les invito a escuchar con atención cualquier discusión de bar o de sobremesa. En ella podrán descubrir un sinfín de falacias de la lógica informal. Vamos a conocer algunas de las más comunes.
El argumentum ad populum consiste en apelar a la veracidad de una afirmación como consecuencia de que es comúnmente aceptada. ¿Cuantas veces han escuchado “la mayoría de la gente opina lo mismo que yo”? Si medio planeta cree una mentira, sigue siendo una mentira.Otra falacia parecida es el argumentum ad verecundiam, o apelación a la autoridad. Consiste en considerar verdadero un argumento porque una persona con cierta autoridad lo defiende.
Un ejemplo sería afirmar que el Iphone es el mejor celular porque es el que utiliza Barack Obama.El argumentum ad ignoratiam es utilizado muchas veces para poner fin de forma elegante a una discusión en la que uno sabe que no tiene la razón. Se acostumbra a decir: “nadie sabe la verdad sobre este asunto”.
Una forma muy efectiva de desacreditar cualquier afirmación es atacar a la persona que defiende aquella postura. Ésto se conoce como falacia ad hominem. No se rebate la afirmación en sí, sino que se hace una serie de insinuaciones que relacionen la afirmación con personas menospreciables.
Ante la afirmación de que VolksWagen es la mejor marca de carros, se puede responder que era la marca favorita de Hitler.También es común establecer relaciones de causa-efecto entre dos sucesos por el simple hecho de haber tenido lugar de forma consecutiva.
Post hoc ergo propter hoc, que significa que algo ocurre después de tal suceso, y por lo tanto es consecuencia de dicho suceso. Se trata de una falacia muy utilizada con los niños: “Para tener éxito en la vida primero tienes que estudiar”.La pendiente resbaladiza consiste en afirmar que si ocurre tal cosa, sucederá tal otra y después otra más, hasta que inevitablemente todo termine en catástrofe.
Así se puede llegar a argumentar que si usted descarga una película pirata, la industria cinematográfica desaparecerá en pocos años.Si un argumento parece irrefutable, siempre se puede dinamitar poniendo de relieve su punto más débil o su parte más negativa.
A ésto se le llama falacia del hombre de paja. Así podríamos argumentar que Messi no es el mejor jugador del mundo porque nunca ha ganado un mundial, porque no tira bien los penaltis o porque no tiene el carácter que necesita un líder.
La falacia de la composición consiste en atribuir al todo la propiedad de una parte concreta. Es más sencilla de lo que parece. De hecho, seguro que la han utilizado inconscientemente en más de una ocasión: “He ido de vacaciones a París. ¡Francia es un país hermoso!”. Como si no hubiera más país a parte de su capital.
El argumentum ad misericordiam intenta disculpar algo malo alegando que quien lo causó es muy desgraciado. El colmo de esta falacia sería que alguien que está siendo juzgado por asesinar a su madre y a su padre se dirigiera al tribunal rogando: “tengan clemencia, recuerden que soy huérfano”.Y hablando de tribunales, la apelación a la fuerza resulta ser la falacia más utilizada en los sistemas legales.
“Tienes que seguir estas normas, porque sino irás a la cárcel”. Viene a ser algo muy parecido a las amenazas proferidas por los padres a los hijos: “Tienes que aceptar que tengo la razón o te castigaré”.
El uso sesgado del lenguaje utilizando eufemismos para ocultar la verdadera intención de un razonamiento, es también una falacia. Según los términos que se utilicen para definir una misma realidad, se puede influir de forma determinante en la opinión del interlocutor.
Quien para algunos será un “terrorista”, para otros será un “soldado de Dios”.Cuando un paciente le dice a su doctor “¿por qué debería dejar de fumar si usted fuma tres paquetes diarios?”, está usando un argumento tu quoque (o tú también).
Como último ejemplo podemos tomar la falacia del falso dilema. Ésta ofrece una alternativa como si no existiera ninguna otra opción posible: “O impedimos a los inmigrantes entrar en nuestro país o todos nos quedaremos sin trabajo”.
Seguro que se han dado cuenta que las falacias de la lógica informal tienen una notable presencia en nuestro día a día. Les invito a conocerlas más a fondo leyendo títulos de célebres pensadores como las “Refutaciones sofísticas” de Aristóteles o “El arte de tener razón” de Schopenhauer.Es importante aprender a identificar las falacias cuando alguien nos intente persuadir a hacer o creer algo que puede perjudicarnos.
Enciendan el televisor y presten atención a los comerciales. ¿Cuantas falacias serán capaces de descubrir en un solo minuto? Y si con los comerciales no les basta, ¡busquen un canal dónde se debata sobre política!A parte de evitar que nos manipulen, reconocer las falacias de la lógica informal es importante para no utilizarlas involuntariamente y prevenirnos de desarrollar razonamientos ilógicos que nos conduzcan a errores de juicio.
Y puestos a hablar claro, digamos toda la verdad: Dominar las falacias de la lógica informal les permitirá divertirse mientras ganan todas estas discusiones sobre temas absurdos que surgen cada vez que van a cenar con sus amigos.
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