El mundo tal y como lo conocíamos antes de que llegase este enigmático virus cambiará.
En el plano económico viraremos a una economía focalizada en la inteligencia artificial, acelerando aún más la automatización de los empleos; por otra parte, algunos especialistas de la economía y de la ciencia política aducen que el capitalismo actual debe cambiar a un capitalismo solidario y humano.
Uno de los cambios más significativos que dejará la crisis sanitaria es que el Estado tendrá un rol más sustantivo en la economía de los países.
Asimismo, esta contingencia sanitaria es una inmejorable oportunidad para dejar en el ostracismo el pensamiento individualista que vino de la mano con el neoliberalismo, es momento de pasar del plano individual al plano colectivo; el Estado no puede permanecer inerte ante los fenómenos sociales e impactos negativos que dejará la presente crisis sanitaria y económica.
Necesitamos reflexionar como sociedad sobre lo bueno y lo malo que hemos estado haciendo en los últimos años, como diría uno de los personajes de Julio Cortázar en la espléndida novela Rayuela “andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos” hoy la sociedad, por designios divinos, azares del destino o por quien usted guste, está enfrentando una situación calamitosa de la cual tardaremos años en salir, la gente durante mucho tiempo ha estado viviendo ensimismada en el mundo material sin voltear a ver los problemas del “otro”, ahora la crisis nos estado dando la oportunidad de reencontrarnos, algunos (parte de la sociedad) sin buscarnos nos estamos encontrando, aunque esto se esté dando de manera fortuita.
Los ciudadanos se encuentran ávidos de líderes, lamentablemente otra de las lecciones que nos dejará el COVID-19 es que tenemos un vacío de liderazgos, el mote de “líder” en muchos países se encuentra acéfalo.
Mucho se ha hablado de los estragos económicos producirá “El gran confinamiento”, no obstante, no se ha hablado de los problemas emocionales que ocasionará, en México las llamadas telefónicas para atender casos de depresión, ansiedad o violencia familiar se han incrementado en las últimas semanas.
Como dirían las abuelitas en México “para atrás ni para agarrar vuelo”, líderes y sociedad necesitamos unirnos para salir de esta situación tan flagelante.