Lejos quedaron los tiempos en que José Ramón Fernández hacía repelar, desde la gerencia de deportes de Imevisión, a los dueños de Televisa. El entonces joven ejecutivo de la televisora estatal se las ingeniaba para lograr contratos de transmisión con equipos profesionales y hasta obtener los derechos televisivos de la selección mexicana, como lo hizo en la “era Menotti”. José Ramón e Imevisión eran simpáticos para buena parte de la tribuna porque representaban al débil que se pone al brinco frente al poderoso.
Choque de intereses
Esos tiempos ya pasaron. Televisa y Tv Azteca (sucesora de Imevisión) se aliaron hace tiempo para tener el control de las transmisiones de la selección mexicana (antes exclusivas de Televisa) y el rol del competidor débil que suscita simpatías quedó vacío. En el episodio más reciente en la disputa por el manejo de la selección los protagonistas fueron el preponderante en telecomunicaciones, América Móvil, aliado con empresas estadunidenses, y el preponderante en radiodifusión, Televisa, con Tv Azteca de socio.
Cada cual, por supuesto, defiende sus intereses: la empresa de Carlos Slim busca fortalecer su presencia en medios digitales, además de abrir un resquicio para colarse a la televisión en México (ámbito del está excluido por razones de sobra conocidas), y la de Emilio Azcárraga Jean no perder un negocio histórico que su padre creó y sigue siendo sostén de la televisión abierta, pero también para defender su posición dominante en la de paga.
Millones de dólares
La semana pasada América Móvil, NBC Universal y Telemundo hicieron a la Femexfut una oferta conjunta para obtener por ocho años los derechos de transmisión de la selección mexicana en dos ámbitos: todas las plataformas de transmisión para Estados Unidos y solo plataformas digitales para el resto del mundo. La oferta habría sido de 260 millones de dólares.
En el comunicado donde se informó sobre la oferta, esas empresas incluyeron una frase que fue usada en diversos medios, principalmente ESPN, para exaltar las bondades de su proposición: “Esta oferta es adicional a los ingresos que la Femexfut pueda recibir por el licenciamiento de los derechos de transmisión a través de otras plataformas como son televisión abierta y restringida en el resto del planeta”.
Aura perdida
En esa lógica, si la Femexfut aceptaba la oferta de Slim y sus aliados —que no incluía los derechos de tv para México— estaría en posibilidad de negociar con Televisa, Azteca o Imagen, juntas o separadas, los derechos para televisión abierta, y con empresas como ESPN o Fox Sports —además de Televisa, dominante en ese ámbito—, los de tv restringida. Eso le habría permitido hacerse de ingresos “que ni las principales selecciones del mundo tienen”.
Así lo expuso José Ramón Fernández en el programa Futbol Picante, de ESPN, el 27 de septiembre (https://www.youtube.com/watch?v=Ky-3dqbbx-g), ya no con el aura —que perdió hace mucho— de quien habla en nombre del débil, sino en el rol de estratega empresarial que exige, en nombre de la democracia económica, apertura a la competencia y una subasta con “piso parejo”. Según José Ramón, Televisa habría presentado una oferta de 200 millones de dólares —60 menos que la otra— para obtener los derechos en todas las plataformas, por lo cual sería “irresponsable” aceptarla.
Populismo futbolero
El pasado fin de semana la Femexfut anunció su decisión: Televisa y Azteca mantendrán otros ocho años —de 2018 a 2026— los derechos de transmisión de la selección mexicana. Según el organismo futbolero, así lo exigía una “cláusula de renovación” firmada con esas empresas en 2006 —o sea hace cuatro “ciclos mundialistas—; además “se triplicó el beneficio económico” obtenido con el anterior contrato; “se obtendrán ingresos variables por la explotación de derechos en plataformas digitales”; y lo principal: el pueblo será beneficiado porque los partidos de la selección “seguirán siendo transmitidos por televisión abierta y de forma gratuita”. El nuevo acuerdo sería por 280 millones de dólares.
Otro gran logro, según la Femexfut: en el nuevo contrato ya no existe “cláusula de renovación”, por lo que en 2026 los derechos estarán abiertos a la competencia. Quién sabe si para entonces exista todavía algo que pueda llamarse futbol mexicano.